Instagram es ahora la red social que prefiero, además del reto que me propuse para este año 2016 y que podéis volver a leer aquí , la publicación de fotografías de cosas que me gustan, me disgustan o sorprenden y conocer las galerías fotográficas de otras personas que me interesan.
He conocido gente con galerías realmente interesantes, personas que no conocía de nada y que muestran fotos de cosas y lugares que me gustan.
Sin embargo, cada vez me sorprende más como crece el ego de los/las instagramers y que se refleja en dos datos clave: "Seguidos" y "Seguidores".
No comprendo que se tengan 3700 seguidores y 370 seguidos, 1.300.000 seguidores y 700 seguidos, 727.000 seguidores y 650 seguidos, 209.000 seguidores y 285 seguidos, 44.600 seguidores y 29 seguidos y así muchas cuentas instagrameras.
Y no me refiero a cuentas de grandes empresas, como Coca Cola, Hema o Loewe u otras más pequeñas que actúan por el estilo.
Pero no, no me refiero a empresas, eso otro día.
Realmente no se si esto se debe a simple falta de interés por todas esas personas que siguen día tras día cuentas que les interesan sobre temas tan diversos como la moda, la gastronomía, blogs, arquitectura, fotografía, viajes y un larguísimo etcétera.
O si resulta una molestia enorme el seguir al mismo número de personas que te sigue, o si no a todas, al menos a un número más alto. Si tienes muchas cuentas a las que seguir, es innegable que diariamente tendrías la posibilidad de ver miles de fotografías que puede que no te interesen todas, pero ello es sólo una posibilidad, ya que el uso de la aplicación no obliga a ello y podemos elegir a través de la opción de búsqueda, qué queremos ver en cada momento.
En muchas de estas cuentas también podemos ver la denominación de "influencer" y que ya me parece el colmo del autobombo y el egocentrismo. No cabe duda de que muchas de las personas que les siguen, lo hacen para copiar estilos de vida, ropa, complementos, peinados, maquillaje y todo lo que se pueda imitar.
Así que Instagram es un casi infinito escaparate en el que lucir lo que se quiera y acaparar público que lo consuma. Muchas veces son cosas que no se compran directamente, y otras el producto es el propio/a instagramer que adquiere valor (de consumo, económico) según el número de seguidores que tenga.
Marcas de moda, restaurantes, destinos turísticos y empresas de todo tipo recurren a estos/as influencers para colocar sus productos en un mercado cada vez más competitivo.
Puede ser en ocasiones una manera de ganarse la vida o parte de ella, y me parece tan digna como cualquier otra, pero lo único que no me parece correcto es esa falta de interés e incluso educación que muestra cierta infravaloración hacia tantas personas seguidoras que no obtienen ningún "feed back" de aquellas personas a las que admiran.
Y no penséis que esto ocurre sólo con personas muy conocidas, artistas, modelos, profesionales reconocidas... No, no es sólo con ellas, se da también con personajillas/os del tres al cuarto, que alimentan su ego a base de seguidores/as palmeros/as y que obtienen beneficios (legítimos, no lo niego) de su labor instagramera.
Me parece igual de feo que esta acumulación de seguidores/as sea en galerías de famosos/as o de desconocidos/as, creo que se debe ser mucho más empática con la gente que se interesa por nuestras actividades laborales o lúdicas y mostrar respeto hacia ellas, cosa que en esta red social sólo puede hacerse siguiendo a quien nos sigue.