viernes, 31 de agosto de 2018

441.- CEVICHE DE CHERNE.


El cherne es un pescado del Océano Atlántico, que se pesca desde las costas noruegas a las canarias.

Es de la familia del mero y está muy presente en la gastronomía canaria.

Es el pescado que he elegido para hacer esta receta por su textura firme y también porque se encuentra fresco en muchas pescaderías de los mercados canarios.


No se trata de un ceviche ortodoxo, porque me he atrevido a introducir algún ingrediente diferente que marida a la perfección con los cítricos y el pescado.


Los ingredientes son para cuatro personas, siempre que lo pongáis como entrante, si sois de buen comer y lo queréis preparar como plato único, aconsejo que dobléis las cantidades.

1/2 kg de cherne en filetes troceado en cubos pequeños. 1cmx1cm
300 grs de manga de Mogán (en su defecto de otra procedencia) también cortada en cubos como el pescado.
1/2 lata pequeña de maíz dulce o 25 grs de kikos tostados.
10 ramas de cilantro (sólo las hojas), cortadas muy pequeñas.
1 cebolla roja pequeña, cortada en rodajas muy finas.
El zumo de 3 limones
El zumo de una naranja.
El zumo de una lima y la mitad de su piel rallada.
100 cl de fumet frío de pescado.
Sal.
1 chile rojo fresco (es muy picante, cortarlo en tiritas finas y retirar las semillas). Poned la cantidad adecuada a vuestro gusto por el picante.

En una fuente amplia colocar todos los ingredientes y mezclar con cuidado de no romper el pescado ni el mango.

Dejar macerar 20 minutos en el frigorífico y servir en bowls individuales, con algo del líquido de la maceración.

Ese líquido se llama "leche de tigre" y lo podéis tomar tal cual junto a los ingredientes sólidos, o separarlo en una batidora y añadir leche evaporada, y Pisco (aguardiente peruano), batir hasta obtener espuma y servir en vasos pequeños de vermut o similares.

Por 100 cl del líquido obtenido de la maceración, añadiremos 30 cl de leche evaporada y 15 cl de Pisco.

Es un cóctel salado, extraño y potente. 



miércoles, 29 de agosto de 2018

440.- LA MEJOR PINCHE DE COCINA.


No es que haya probado muchas, pero si unas pocas. Quizás seis o siete y no han funcionado, Se cansan pronto de recibir instrucciones, de lavar cucharas de madera, de batir claras, de mirar el interior del horno o quitar la espuma a un caldo.

Conocí a la hermana mayor de esta pinche de cocina hace unos cinco años, y me sorprendió su eficiencia y versatilidad. Por supuesto discreta y silenciosa, aunque en algunos momentos subía el tono, sólo ocurría en situaciones puntuales que lo requerían y siempre se agradecían los resultados de ese barullo controlado.

Hace un par de meses me crucé con esta hermana más joven, más moderna, más en el rollo 2.0, digital y ergonómica. Y me dije que teniendo en cuenta la antigua relación mantenida con su hermana, podría volver a tener la compañía siempre agradable de una pinche de cocina, eficaz y colaboradora.

Y esta vez, me di yo misma ese lujo. 

Y si, me han regalado la nuevaThermomix. 

Antes la usaba exclusivamente para preparar masas y salsas y posteriormente en el bar preparábamos muchos cócteles con ella.

Ahora cocinamos juntas. Hemos preparado gazpachos, vichysoisse, fideuá, risottos, albóndigas, vitello tonnato, limonadas, smoothies, helados, patatas y verduras al vapor...

Ella es TM5 y es limpia y mucho más silenciosa que su antecesora.

Ya os iré contando por aquí sobre los resultados de nuestra alianza.







lunes, 27 de agosto de 2018

439.- LA VERDAD OS HARÁ LIBRES.


"...y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Evangelio de Juan 8:31-38

Antes de comenzar, quiero aclarar que soy atea. Y soy atea porque en mi infancia y adolescencia conocí muy de cerca y bien a la iglesia católica y en mi juventud y ya como adulta seguí bastante cerca de ella, para concretar, muy próxima al Opus Dei. Y no digo más. 

Tengo argumentos suficientes, tantos que incluso me sobran, para ser atea.

Sin embargo, y por respeto a amigas y conocidas que me leen y a las que aprecio mucho, les pido disculpas a ellas si en algún momento pueden sentirse ofendidas. Ya que yo a ellas las respeto mucho.

En mi memoria se acumulan frases que cuando las pienso y consulto, resulta que son restos y secuelas de aquella educación católica. Pero tengo que decir, que aunque rechazo todo aquello, en la Biblia hay frases que muchas veces, la mayoría, sacadas de contexto llegan a tener un significado útil.

Cuando se dice que el apóstol Juan habló sobre la importancia de la verdad, a mi me recuerda a discursos marxistas, socialistas, o cuando menos a una izquierda política auténtica de hace 30 años. La izquierda que odiaba mi padre y que afortunadamente yo quise conocer. Porque mi padre, al igual que la iglesia católica, no es de fiar.

Y esto de conocer la verdad para ser libres, es verdad, una verdad tan grande que da igual que la haya dicho Juan, Maricarmen o Xiomara del Pino.

Mentiras se dicen a diario, si tuvieran volumen y ocuparan espacio, laTierra ya no sería Tierra, sería Mentira. 



Muchas veces sabemos que nos están mintiendo a la cara y por no violentarnos, por no molestarnos, por vergüenza propia o ajena, o simplemente porque nos importa una mierda, callamos. Y callar aumenta la ocupación de la mentira y nos resta libertad. 

Poco a poco y casi de forma imperceptible comienza nuestra  contribución a engordar, a alimentar la mentira. Y la mentira se nutre de libertad.

Llegar a la verdad de las cosas, de los temas, de las historias, de la vida, es complicado e incómodo. Pero es la única forma de justicia que existe.

Conocer la verdad y así poder hablar, así opinar con conocimiento, y no a lo loco y por inercia, o por simpatía o por antipatía.



Las cosas importantes no ocurren por ciencia infusa o por casualidad. Las reacciones de las personas, sus actos, sus palabras, siempre son consecuencia de los actos y palabras de otras personas.

Saber qué ocurrió para que otra cosa ocurra, es primordial para poder opinar y decantarse por alguna de las posturas que se generan.

Hay una verdad, hay una mentira. Y si, ya sé eso de "no hay verdad absoluta". Pero sí hay datos objetivos, y si te caes por una escalera y te rompes una pierna, no hay más vuelta que darle, por mucho que alguien pueda empeñarse en decir que intentaba levantar el vuelo cuando Belcebú le puso una zancadilla.

En serio. Hay que buscar siempre la verdad, sobre todo cuando hay más de una versión. Eso nos hará ser más justas y la justicia nos lleva a la libertad.

Así que cuando dudemos de algo, cuando nos cuenten algo que parece inverosímil, o al menos confuso. Preguntemos, indaguemos, y puede que así encontremos la verdad y seremos justas. Y libres.

Dejemos de ser esclavas de una construcción insana que se desmorona. Recordemos todo lo vivido. Nuestra memoria debe ser un tatuaje, y como tal, imborrable. 

Mentir sobre alguien para intentar destruir o menoscabar su imagen, es mezquino, malvado y torpe. La verdad puede ocultarse a quien no la conoce, pero quien la conoce, en algún momento la revelará. Manipular la verdad y acusar de malvadas a quienes ejercen el derecho legítimo de dar a conocer esa verdad, es maquiavélico.

Seamos libres.







domingo, 26 de agosto de 2018

438.- LUJO.



El concepto de lujo es totalmente subjetivo y afortunadamente ha ido evolucionando, dejando atrás las acepciones de la RAE:

  • Demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo.
  • Abundancia de cosas no necesarias.
  • Todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo.
Pues si, no cabe duda de que son obsoletas y que poco o nada tienen que ver con la imagen que hoy tenemos del lujo personal.

Porque seguimos considerando un lujo el tener un Porsche o un Rolls Royce, una isla en Las Maldivas o un yate atracado en Mónaco.

Pero dejemos atrás ese lujo ajeno y centrémonos en el lujo propio, por supuesto pensando en nosotras como personas de clase media, con unos ingresos suficientes para vivir sin excesos, pero aceptable y dignamente. Como una clase media que juega a la lotería a ver si le toca un pellizco y paga la hipoteca o se da un viaje a las antípodas.

El lujo hoy se aparta de lo material, prosaico y pecuniario, para volverse algo emocional e inmaterial.

El silencio, el no hacer nada, o el hacer sólo lo que nos da la gana.


Mirar el mar y el cielo todo el tiempo que me apetezca, escuchar música, acariciar a alguien hasta quedarme dormida, el olor de un bebé, quedarme en la bañera hasta que se me arruguen los dedos, comer una manzana a mordiscos mientras leo un libro.



Beber agua limpia de una fuente, bañarme en un río de agua fría, dormir entre sábanas blancas y limpias que huelen a jabón de Marsella.

Comer palomitas mientras veo una película en el sofá.

Hacer mermelada y regalarla.

Despeinarme al viento.

Adorar mi trabajo.

El pan con mantequilla.

Los tomates de verdad.  

Lola.



La sonrisa de alguien que pasa a mi lado y me mira.

Escribir en mi blog. Y que me lean desde muchos lugares lejanos y que me dejen comentarios.

Mis tres hijos son mi lujo más grande. El tiempo que paso con ellas y con él no tiene precio y es el lujo máximo. Porque es felicidad en estado puro.






jueves, 23 de agosto de 2018

437.- TÚ ME ACOSTUMBRASTE.






Que no, que no es este un post de amor ni de desamor, ni nada que se le parezca, aunque quizás un poquito si. Porque de lo que vengo a escribir hoy es de boleros. ¿Y hay algo más romántico que un bolero?

Cómo diría una de mis hijas, ¡cuánto daño ha hecho y sigue haciendo el amor romántico! fruto del patriarcado y a menudo machista. Ya sabéis, infantilización de la mujer, paternalismo, cosificación, y tantos factores que siempre llevan al mismo sitio.

Pero, los boleros me gustan, nadie es perfecta.

Y se me ocurrió hacer una pequeña lista de canciones de este género, que puedes escucharlas principalmente en dos situaciones.

Una de ellas es cuando estás así como toda motivada, cenita romántica en casa, con velas, sin ajos ni cebolla ni arroz negro. Comidita sana, que no deje restos en los dientes ni en el aliento. Y si no, pues no coméis, un vinito blanco seco y poco ácido, que el tinto puede manchar.




Pues eso, que te pones esta selección de boleros y a bailar se ha dicho, pegaditas o pegaditos, con la puerta del dormitorio abierta, si llegáis, que si no, hay que tener el sofá preparado con cojines y alguna mantita que lo cubra.




Y si vuestra historia es otra, estáis con ganas de llorar, gritar y más solas que la una. Pués os preparáis una cena individual y abundante, con lo que os dé la gana. Chucherías varias, vino tinto, hamburguesa, pizza o sushi si os va más lo oriental. Unos macarrons de Ladurée o un merengue de la pastelería de la esquina. 

Y a llorar como si no hubiera un mañana, gritar y cantar con voz de Chabela Vargas con varios tequilas encima. Cuidado con los vecinos, no vayan a llamar a la policía y se monte el cirio padre o madre.

Bueno, después de estas instrucciones que espero os sean útiles, aquí va la lista, que si tenéis Spotify, podéis localizarla enterita aquí.


Como veréis y escucharéis, me encanta Natalia Lafourcade y también me gusta mucho escuchar cantar boleros a Pedro Guerra, Luz Casal y me sorprende mucho Xandra Garsem.




Ahora a bailar o a llorar. 

Gracias por leerme y espero vuestros comentarios.





domingo, 19 de agosto de 2018

436.- MERCADOS, COLOR Y MOOD FOOD.


Siguiendo con la corriente Mood Food, que ya expliqué aquí, se me ha ocurrido que cuánto de color tienen la alimentación y una sana nutrición. Comemos primero con los ojos, antes de llevarnos a la boca cualquier bocado, yo soy de las que lo mira y remira, me gusta saber lo que como y prefiero alimentos verdaderos, puros, sin enmascarar.

Y si nos vamos a fijar en el color de los alimentos, qué mejor que un mercado, un mercado de esos que en algunos pueblos ponen los domingos, mercados en los que los agricultores y ganaderos llevan sus productos y no hay intermediarios. Lugares en los que las frutas y verduras seguramente se recolectaron el día anterior, dónde los huevos son de gallinas que corren libres alrededor de una casa y la leche del queso es de una vaca que tiene nombre.



Y me gusta agrupar los alimentos por colores cuando los compro, es como un orden mental, zanahorias, calabaza, ciruelas y melocotones. Espinacas, lechugas, canónigos y berros. Leche, queso fresco, kéfir y mantequilla. Moras, cerezas y grosellas.




Y en casa colocarlos también así en el frigorífico o en las cestas y fuentes.

A la hora de cocinar hay que mezclar y una buena combinación de colores va a resultar un éxito.

Judías verdes con zanahorias y albahaca. Cocinadas al vapor y servidas con un buen chorro de buen aceite de oliva.



Queso blanco como la nieve, con un coulis de cerezas rojo, como mis labios cuando estoy contenta.

Hojas verdes de espinacas sin tallos, con piñones tostados y panceta crujiente y dorada, un toque de vinagre de Módena y aceite de oliva bueno. Esta ensalada transmite el amor de quien la prepara, huele a hogar y a mimos.

Una crema de puerros con patatas, un poquito de nata y cebollino fresco por encima, ese bonito color blanco roto delicadamente por el verde clarito del puerro. 



Una sopita, preparada con un buen caldo cocinado durante horas, al que le añadimos trocitos de zanahoria, garbanzos, fideos cabello de ángel y unas hebras de auténtico azafrán. 



Y de postre una espuma de chocolate ligera, con unas grosellas naturales y una cremita fina de hierbabuena.

Nos hará felices el paseo, el orden visual de los colores, la preparación y la compañía mientras comemos amor.



Porque la compañía, las sonrisas, las charlas, los colores, los olores, todo ello alrededor de una mesa puesta con amor por quien puede que no sepa cocinar, los platos llenos de cosas ricas por la otra que si sabe cocinar, la que coloca las flores en la jarra, la que se levantará la primera para recoger al acabar, la que llevará una bandeja de pasteles, las siete variedades de aceitunas que se han distribuido por la mesa, la sal y las dos pimientas, el aceite verde dentro de una botella de cristal grueso con su corcho húmedo rezumando olor a olivo, y el pan que se hizo por la mañana con la masa madre que se atesora en el frigorífico y que crece y se reproduce misteriosamente, dando lugar a esos bollitos dorados, con formas distintas y grietas caprichosas.



¿Qué más se puede pedir? Cogerse de la mano y dar las gracias por vivir, por sentirnos, por querernos. 









viernes, 17 de agosto de 2018

435.- MI PIEL.

Dibujo de Diego Max en Pinterest.



Nacemos con veintiún órganos en nuestro cuerpo, la mayoría de ellos son vitales y el más grande es la piel.

Con la idea de amor romántico prevalente en la cultura esta patriarcal, hablamos y escuchamos tanto sobre el corazón, que lo hemos convertido en un órgano hipervalorado.

El corazón nos mantiene vivos mientras late, pero lo que nos hace vivir felices, tristes, contentas, ilusionadas, defraudadas o como sea que nos encontremos en cada momento, es nuestro cerebro. Las hormonas que segregamos, todas las reacciones químicas que allí se producen según se dan un montón de factores que nos alteran emocionalmente.

El cerebro es el que manda en nuestro cuerpo, el que nos hace ver todo maravilloso o todo horrible, el que nos ordena acariciar, besar, dibujar, amar, comer, beber, sonreír o llorar.

El cerebro nos impulsa a realizar locuras y corduras y en cada cerebro el mecanismo es diferente, complicado, bello y extraño.

Las huellas de nuestra vida quedan grabadas en nuestro cerebro, nuestra memoria es el tatuaje oculto que mostramos cuando queremos y que incluso llega a esconderse de nosotras mismas, porque a veces esa huella es como una cicatriz que sangra si la rozas y es mejor obviarla.

Los tatuajes externos son el recordatorio más simple para que nuestro cerebro no olvide nunca, para que no nos engañe, para que no borre lo que quisiéramos olvidar. Es importante no hacerlo, porque hay recuerdos que nos atan a la vida, que nos  mantienen firmes y nos obligan a mirar mucho más atrás de ellos y ver otros tan o más valiosos y también a mirar hacia delante, con los ojos muy abiertos y húmedos. 

Hace mucho dije yo aquí que los tatuajes no son una moda y que tampoco son exvotos. Los tatuajes son una historia escrita en la piel, que permanecerá por siempre y que nos recordará quienes fuimos y quienes somos.

Queda mucho por escribir en mi piel, porque hay cosas que olvidé grabar y otras que sabré que tengo que marcar en ese momento.

Historia pasada que se me mezclará con la más reciente y con la futura, y que al verla me hará sentir todo lo bueno y lo malo de la vida, de mi vida. Y todo será importante y todo tendrá valor.

No olvidéis nunca ni el mal ni el bien. El mal para no volver a sufrirlo y  no causarlo y el bien para reproducirlo y mejorarlo. 


jueves, 9 de agosto de 2018

434.- MOOD FOOD O LA COCINA DE LA FELICIDAD.



Esta mañana, escuché por primera vez, en la radio del coche los términos Mood Food y La cocina de la felicidad.

No soy nada proclive a estas nuevas corrientes que parten de la ramita foodie, pero que tan de moda están y que sirven de apoyo a influencers que escriben y fotografían sobre comida y alimentos. Y cuya casi única finalidad es vivir de ello, o al menos, comer.

Sin embargo, en este caso, me he detenido a investigar sobre ello, porque las personas que escuché me pareció que sabían de que hablaban, que tenían conocimientos sobre nutrición y cocina y que sobretodo no dogmatizaban. 

Esta tendencia surge en Japón y propone incluir en nuestra alimentación diaria, alimentos que, con bases científicas, nos aporten felicidad y bienestar. Alimentos cotidianos, nada de productos milagros que cuesta encontrar hasta en la herboristería más friky de la ciudad más cosmopolita.

El triptófano, un aminoácido esencial, se encuentra en alimentos tan habituales, como el pavo, el pollo, el queso, los huevos, las nueces, el pescado, las pipas de calabaza y los cacahuetes, entre otros. Este aminoácido, hace que el cerebro produzca serotonina, una sustancia que provoca mayor tolerancia al dolor, reduce la irritabilidad y nos ayuda a dormir más y mejor.

                                                           

Las endorfinas, la dopamina y la noradrenalina son otras sustancias que se producen en nuestro cuerpo y que en proporciones adecuadas, nos proporcionan bienestar y placer.

¿Recordáis aquellas historias sobre alimentos que potenciaban la libido?, pues todo ello tiene una explicación científica, y no se si realmente nos hacen más sexuales, nos dan más ganas de sexo y te ponen como una moto. El caso es que también está probado científicamente, que la capsaicina que contienen los alimentos picantes, hace que liberemos endorfinas. Una hormona que aumenta nuestra recepción a estímulos placenteros.



Alimentos ricos en yodo, como el marisco, el bacalao, pescados azules, la avena, las avellanas, el ajo y las fresas nos provocan cierta desinhibición y placer. Junto con el chocolate, la piña y las espinacas que nos proporcionarán energía y alegría.                              Todo esto me gusta, me lo creo y me parece que es estupendo que comencemos a fijarnos en los alimentos de siempre, los no procesados y reintegremos a nuestra alimentación todo lo que, además de por el sabor, nos va a hacer más felices y fuertes física y mentalmente hablando.

Claro que todo no está en ir a comprar estos alimentos. La segunda parte y casi tanto o más divertida, se trata de cocinar, de cocinar con el amor del que yo hablaba hace poco aquí, antes de escuchar todo esto del Mood Food.


Si, también quienes siguen esta corriente, consideran imprescindible que emprendamos la labor de cocinar como un acto de amor, cocinar debe ser algo con lo que disfrutemos tanto como comiendo. 


Detalles como el crujiente de un asado, el dorado de unas patatas, el aroma de un buen té, el sabor de un zumo de fruta fresca, el sonido del crujir de una manzana al morderla, el líquido que cae por nuestra barbilla cuando mordemos una ciruela madura, el sabor oscuro, intenso y profundo de una cucharada de mousse de chocolate, el frescor intenso que recorre nuestra garganta al probar un helado de auténtica vainilla bourbon. 
     

  Todas esas cosas e infinitas más, son las que nos van a generar momentos de felicidad, que son simples, efímeros, pasajeros, pero que se graban en nuestra memoria olfativa y gustativa y que al volver a sentirlos, nos trasladan a aquel primer momento que olimos la canela, que probamos un mole, que chupamos un fresón o que dimos un beso con sabor a mantequilla fresca.

Y, me pierdo.

Volviendo a esto de la cocina de la felicidad, y para quienes queráis profundizar algo más en ello, integrándolo en vuestras rutinas culinarias. Hay un programa en el Canal Cocina, que se llama así "La Cocina de la Felicidad" y que llevan adelante, la nutricionista Pilar Benítez, y la cocinera Marta Simonet. Ellas proponen recetas que nos hagan ser más felices y por supuesto más sanas.



Seguiré profundizando en todo esto, porque me interesa y quiero ser más sana y más feliz y si la comida, que me encanta, ayuda, pues que mejor que practicar.

Y como la música es también otra fuente inagotable de felicidad, se me ha ocurrido preparar una playlist para cocinar. Así que me voy a poner a trabajar en ello.

Desde aquí quiero agradecer a Lía Patterson y a Carmen Tavío, la oportunidad de participar con ellas en el taller sobre "Caterings viejunos" vs. "Dale la Vuelta a la Tortilla".

 Ha sido un placer, una diversión y un amor compartir esto con vosotras.





miércoles, 1 de agosto de 2018

433.- GAZPACHO DE FRUTAS.


El gazpacho no es algo que tenga yo claro si entra, en la clasificación de primer plato, cocktail sin alcohol o refresco veraniego. Quizá sea las tres cosas a la vez y cada una por separado también.


Mi receta para un gazpacho clásico es esta:

1000 gramos de tomates pera.
1 diente de ajo.
50 gramos de pimiento verde.
40 gramos de cebolla.
70 gramos de pepino.
30 gramos de vinagre.
1 cucharadita de sal.
60 gramos de aceite de oliva extra virgen.

                                                                    Si, es la receta de Thermomix M35.

Teniendo como base esta receta, me sumo a la moda de añadir frutas y suavizar el sabor de las hortalizas, con gustos más delicados, que pueden resultar también más refrescantes y nos sacan de la rutina gazpachil.

Yo quito el pepino y 250 gramos de tomate, con lo cual la cantidad de fruta añadida será de 320 gramos. Pero se puede jugar con estas cantidades, subiendo o bajando la cantidad de fruta y de tomate. Ahh, y no olvidemos que el tomate también es una fruta.

¿Y qué frutas podemos utilizar? Yo he probado con fresas, cerezas, papaya, nectarinas, melocotón, mango y sandía.

Mi preferido el de cerezas.

 






Otro truco, si te apetece servirlo como cocktail y darle un poquito de gracia y misterio es añadir 100 cl de  vino fino o manzanilla de Jerez y 25 cl de agua fría. Queda un poquito más líquido y se puede servir en vaso con una ramita de apio o de romero. Pimienta negra recién molida y unas gotitas de salsas Whorcestershire y Tabasco.

Si lo servís como primer plato, adornad con trocitos de la fruta elegida y unas hojitas de hierbabuena o albahaca.

Disfrutad mucho de este mes de agosto y que el calor no pueda con vosotras.