viernes, 22 de febrero de 2019

504.- SERIES. MAD MEN.


A estas alturas, quienes hayan visto la serie Mad Men, seguro que son muchas más que las que no lo han hecho.

Pero yo no la había visto. Y llevo algo más de tres semanas obnubilada con esta serie de noventa y dos capítulos repartidos en siete temporadas.

La serie se estrenó en Estados Unidos en julio de 2007 y acabó en mayo de 2015.


El argumento de la serie se desarrolla durante la década de los 60 y destacan en segundo plano, los acontecimientos históricos que se producen durante esos años. Los asesinatos de John Fitzgerald Kennedy y Martin Luther King, la muerte de Marilyn Monroe, las conflictivas relaciones con Cuba, la era aeroespacial y la llegada del primer hombre a la luna, el movimiento hippie, las secuelas de la guerra en Corea y el largo y doloroso período de la guerra en Vietnam.

Toda la trama gira en torno a una agencia de publicidad, situada en Madison Avenue, Nueva York. Las personas que allí trabajan, sus familias, sus clientes, sus amigos. Y se extiende así desde lo nuclear de la empresa, hasta donde llegan las relaciones personales y profesionales de cada uno.

Lo escrito hasta ahora es información a la que fácilmente podemos acceder, pero os voy a contar mis impresiones, mi visión particular.


Don Draper es el enorme protagonista masculino, desde el cual se articula esta serie. Un reconocido publicista que vive una dolorosa y vergonzosa mentira. Un triunfador en la galería pública en la que se desarrolla su trabajo y en todo aquello que se relaciona directamente con el mismo, clientes, viajes, fiestas, almuerzos, cenas y reuniones. 


Incluso en sus relaciones familiares, esposa e hijos, continúa sin moverse del escaparate, mostrando al mundo, a su mundo, la gloria del "sueño americano".

Pero Don Draper no es Don Draper. Él está solo, completamente solo. Y se busca desesperadamente.


La protagonista femenina es Betty Olson. Paradigma de mujer emancipada de aquella época. Inteligente, cínica, paciente, desconocedora del feminismo, pero practicante sin proponérselo.

Sola y abierta a encontrar el placer y a experimentar. Ambiciosa y con objetivos claros.


Alcohol, tabaco, LSD, marihuana, sexo, adulterio, machismo, homosexualidad, racismo y clasismo social. Cóctel duro que afecta a todas y cada una de las personas que dan forma a esta serie. 


Así era la vida entonces, y no sólo en Nueva York. Aunque no cabe duda de que la idiosincrasia norteamericana marca grandes diferencias.

La soledad buscada genera necesidad de afecto, de contacto, al menos esporádico. Toda esa desafección, produce de forma inconsciente, carencias y vulnerabilidad. Y la manera más rápida de solventarlo es, sin duda, recurrir a todo aquello que nos produce un consuelo, que aunque pasajero, nos reconforta momentáneamente, hasta la siguiente crisis.

He leído opiniones sobre esta serie, y no coincido en absoluto, sobre la consideración de fracasado de Don Draper. Estas opiniones se basan en el final y yo veo a Draper como un triunfador, finalmente triunfa, porque después de todo su duro periplo vital, después de su automaltrato, después de negarse a sí mismo una búsqueda interna y rechazar la idea de poder ser amado por quien es y no por lo que es; finalmente llora por él, porque se encuentra, se ve, se reconoce y se quiere.

Peggy Olson alcanza sus objetivos profesionales y se siente satisfecha a pesar del precio que ha tenido que pagar. No hay culpabilidad, hay cálculo e inteligencia. Y me gusta. Me gusta porque ya está bien de cargar a las mujeres con rémoras maternales, sensibleras y culpabilizadoras. 

Y en un aspecto mucho más general, cómo y cuánto ha cambiado la manera de vivir, de trabajar, de utilizar sustancias como las drogas, el tabaco y el alcohol. Si antes se recurría a todo ello con fines de viajes sensoriales y uso social, actualmente se rechaza todo ello, en pro de una óptima salud física y emocional. 

Todos beben y fuman mientras trabajan, desde por la mañana. Utilizan el alcohol como vehículo inspirador y creativo, como relajante y acompañamiento de celebraciones. Fuman con el desconocimiento y la despreocupación de una época que ignoraba los efectos del tabaco en el organismo. Y consumen drogas con el fin de experimentar el autoconocimiento a través de la evasión, de alejar la mente del cuerpo y verse de lejos.

La sociedad que se retrata es machista, se hace una utilización mecánica de las mujeres, son objetos al servicio de los hombres. Todas ellas, desde las esposas sumisas que tienen hijos a los que deben criar y educar, hasta las secretarias que son eso, encubridoras de los secretos más vergonzosos de sus jefes, esos jefes con los que mantendrán relaciones sexuales si ellos así lo desean, sabiendo que si se niegan, perderán su empleo y la posibilidad de convertirse en sus amantes o sus esposas. 

Tenemos suerte las mujeres que no hemos vivido esa época, pero si profundizamos, tampoco es que haya habido tantos cambios. Ahora no se enarbola orgullosa y públicamente la bandera machista, porque sería políticamente incorrecto. Pero la brecha salarial sigue existiendo, la conciliación familiar es casi inexistente, muchas mujeres renuncian a sus trabajos y carreras profesionales si quieren tener hijos e hijas, no existen verdaderas soluciones traducidas en recursos sociales que apoyen a las mujeres que quieren ser madres. Y las que no lo quieren ser, son consideradas bichos raros, pseudomujeres incompletas que quieren suplantar a los hombres, privarlos de su capacidad reproductora y hundirlos en la más absoluta de las miserias.

Puede que más adelante vuelva a escribir sobre Mad Men, porque a día de hoy, es la mejor serie que he visto nunca. 

Y además de lo que ya os he contado. El vestuario maravilloso, los coches, las casas, el ático de Don Draper y sus trajes, camisas y zapatos. Hasta los tres bañadores, si no he contado mal.

Y acabo con la música. Impecable. Como curiosidad, cada capítulo acaba con una canción diferente, relacionada con lo ocurrido en cada uno de ellos. Música de ese momento de la historia. Voy a hacer una recopilación en forma de playlist en Spotify (92 canciones), ya os avisaré por aquí y en Instagram.

A quien no haya visto esta serie se la recomiendo muchísimo. Imperdible.






jueves, 14 de febrero de 2019

503.- SERIES. YOU.



Esta serie puede interpretarse como un manual para reconocer a un maltratador psicológico.

Pasa por todas las fases reconocidas de maltrato y violencia machista, hasta llegar al final. 

Y ocurre eso que pasa en otras series y también en la realidad. La cara de buen chico, su simpatía y educación nos lleva a sufrir una especie de síndrome de Estocolmo serial.

Si la comparamos con el protagonista de la serie The Fall, de la que podéis leer aquí el post, aquel era también una especie de buen ejemplo social, y sin embargo, su violencia era notoria y nos dejaba un enorme poso de miedo y rechazo.

El protagonista de You juega con la baza de la simpatía, el chiste fácil, el halago heteropatriarcal teñido de piropo educado y estudiado. Y da asco, mucho asco.

Y no estoy en contra de que se hagan estas series, de hecho animo a que se sigan haciendo, porque son un estupendo material audiovisual que sirve de ejemplo para explicar el machismo, lo heteropatriarcal, la pirámide de violencia machista y otras características de esta lacra que parece crecer sin freno.

Recrear "lo malo", en el cine, la televisión y la literatura, me parece que es educar e informar, sobre todo aquello que debemos rechazar. Se trata de la educación con el ejemplo, y es la más efectiva sin duda.

La serie sorprende por la cantidad de violencia trufada de humor y mal amor.

La recomiendo, siempre que se tenga una mente crítica y feminista, capaz de captar todo el daño y la maldad que hay en una relación machista y patriarcal. Si no se tiene ese conocimiento, esa madurez.¡Cuidado! Podemos estar ante una serie cómica con toquecillos dramáticos, que puede hacer mucho daño, haciéndonos empatizar con un protagonista que es un maltratador. No hay más.

miércoles, 6 de febrero de 2019

502.- MARIE KONDO Y LAS ORGANIZADORAS.


A estas alturas, seguro que todas conocéis a Marie Kondo. Esa señora japonesa menudita, que habla bajito y es súper ordenada, Un poquito maniática parece.

En España se han publicado dos libros de los cuatro que ha escrito. El primero "La Magia del Orden" y el segundo "La Felicidad después del Orden".


Además, y para que la conozcamos mejor, en Netflix podemos ver la serie documental ¡A ordenar con Marie Kondo! Ella es la protagonista, la creadora y la productora. Va a una casa en la que sus moradores parecen estar todos y todas afectados por el Síndrome de Diógenes y les ayuda a desprenderse de todas las cosas que han ido almacenando a lo largo de mucho tiempo. Así, sin paños calientes, todo a la basura o a donarlo. En fin.


Marie Kondo ha aunado el término japonés katazuke, que se refiere a la limpieza y el orden del hogar, con el coaching europeo y norteamericano y el feng shui oriental, y le ha salido su personal estilo KondoMarie.


Con una visión impecable de negocio, llega de Japón, un país con casi 127 millones de personas y una densidad de población de 335 personas por kilómetro cuadrado. 

En España hay casi 47 millones de habitantes y la densidad de población es de 92 personas por kilómetro cuadrado, en EEUU hay más de 325 millones de habitantes y una densidad de población en torno a las 33 personas por kilómetro cuadrado.

Viendo estos datos, es lógico comprender la necesidad japonesa, de optimizar el espacio de sus viviendas que tienen una media de 46 metros cuadrados. De aquí creo que parte la particular filosofía del orden de Kondo, que es una extensión de la japonesa en general.


Y aunque tradicionalmente en Europa y Norteamérica, la superficie habitable era mayor, cada vez proliferan más los pequeños apartamentos, sobre todo en grandes ciudades como Londres, París, Barcelona, Madrid y Nueva York. Fruto todo ello de la gentrificación que ha supuesto una subida exponencial de los precios de venta y alquiler de viviendas.

En estas ciudades, la mayoría de las veces, esos 46 metros cuadrados japoneses, parecen enormes, frente a zulos europeos de menos de 25 metros cuadrados.

Sin embargo, y a pesar de la tendencia al minimalismo, obligado por la escasez de superficie, también habría que ver el número de personas que viven en esos espacios habitacionales.

Es decir, que una familia japonesa con uno o dos hijos convive en menos de 50 metros cuadrados, mientras que en Europa y Norteamérica, esas superficies son habitadas por una o dos personas.

Todo ello tiene mucho que ver con la austeridad oriental y con el exceso europeo y americano. Culturas muy diferentes en las que se valoran de forma muy diferente, los bienes materiales. Y en las que los espacios públicos de ocio tienen mucha más importancia en Oriente que en Occidente.

Y después del tema sociológico, pues volvemos a Kondo. Esa mujer de 1,43 centímetros de altura, empeñada en que los y las occidentales nos deshagamos de nuestras cosas, empeñada también en organizarnos armarios, estanterías, alacenas, despensas y zapateras.

Dice ella que el orden nos aportará felicidad. Pero no olvidemos que hay gente muy desordenada y feliz. Y que por otra parte están las enfermas del orden, que aunque tengan la casa siempre preparada para la foto de una revista de decoración, son tremendamente infelices.

No tengo claro que el orden dé felicidad "per se", ni tampoco que el desorden físico desordene las ideas. 

¿Es el orden una virtud? ¿El orden es algo objetivo? ¿El orden es subjetivo?

Cada una de estas tres preguntas tienen un denominador común, y es la individualidad. No es menos virtuosa una persona que no tiene un espacio dedicado exclusivamente al almacenamiento del calzado. Tampoco puede decirse que una persona es desordenada porque en la mesa de su escritorio siempre hay un montón de papeles y los bolígrafos no están colocados en un recipiente especial para ellos.

Prefiero ver mi colección de teteras en una estantería, aunque cojan polvo y haya que limpiarlas más a menudo, a que  estén guardadas en un armario en el que estarán siempre limpias, pero nunca podré disfrutar de su vista. Y quiero tener quince teteras aunque sólo utilice una, porque cada una de ellas me recuerda algo bonito, y básicamente porque me da la gana.

Es cierto que con el tiempo guardo menos cosas, pero esas cosas que no guardo, son las que no tienen ningún vínculo importante conmigo. Y en esto si tengo que dar la razón a Marie Kondo, solo guardo lo que me hace feliz. Todo aquello que me saca una sonrisa cuando lo veo, o me evoca un bonito recuerdo. Sólo eso. 

Sobre Marie Kondo poco más que decir. El tema del doblado de la ropa, para poder almacenarla en vertical, me parece bien, siempre que esté por debajo de la vista, si almacenamos en estanterías que quedan a nuestra misma altura de visión, será mejor almacenarla como siempre, unas encima de otras. 


Mis libros. En Barcelona me deshice de muchos, de aquellos que sabía no iba a volver a leer. Pero hay otros muchos que se quedarán conmigo hasta el final. Y ni los tiro, ni los presto ni los regalo ni nada. Ellos se despiertan con sólo una mirada.


Y lo de las cajas me encanta. Guardar las cosas en cajas abiertas es una idea que para mi no es nueva, y que me parece la mejor manera de almacenar y ver nuestros tesoros.


Y a raíz de todo esto del orden, y su supuesta felicidad, aparece una tropa de "organizadoras", algo así como una influencer del orden, una ordenadora profesional  que contratas para que vaya a tu casa y te la ordene y deje en condiciones para pasar la más estricta inspección samurai.

Supongo que quien contrata estos servicios es porque necesita más fotos, dibujos y esquemas en los libros de Kondo.


Y me temo, que estas noveles organizadoras, caerán en la cestita de las influencers, esa cestita en la que siempre hay hilo, aguja, cinta adhesiva, pinzas de depilar, tiritas, monedas de céntimo, un mechero sin gas y dos pilas para reciclar.




lunes, 4 de febrero de 2019

501.- SERIES. THE FALL.


Después de la celebración de "los quinientos", vuelvo a la normalidad. Intentaré seguir con las cuatro publicaciones semanales, aunque sin agobios, y si no puede ser, pues tampoco pasa nada. No cobro por post.

Hoy voy a contaros sobre la serie de Netflix, The Fall. Esta serie británica, tiene tres temporadas, de cinco, seis y seis episodios cada una.

Me gustó mucho, y la recomiendo.

Como es costumbre en mi, no quiero hacer spoilers, pero si os diré que hay un esposo y padre de una niña y de un niño a los que parece adorar,sobre todo a la niña, que tiene devoción por su padre.
Trabaja como educador social. Es guapo, atento, silencioso e introvertido.

Es un asesino en serie, un psicópata y sociópata.

Y hay una policía implacable, dura consigo misma y con sus subordinados. ´Con una vida sexual en la que adopta el papel de dominátrix y con un abundante séquito de admiradores equiparable al de sus haters.

Se establece una relación entre el asesino y la policía. A partir de ahí surge esta historia que engancha y distrae.

Ya me contaréis si la veis o si ya la habéis visto.

sábado, 2 de febrero de 2019

500.- QUINIENTOS.


Ya han pasado quinientos posts en mi vida, he escrito quinientos posts en mi blog, siete años y medio.

Y haciendo un repaso, veo como mi blog ha cambiado, y mi vida también.

LO CORRECTO sería:

¨Feliz sigo con mi blog y con mi vida. Gracias por leerme y a por más.¨

LA VERDAD es tan clara:

Dejo por aquí los enlaces al primero 1.- COMENZAR.

El número cien 100.- DE TODO UN POCO.

El número doscientos 200.- ADELANTE.

El número trescientos 300.- TRESCIENTOS.

Y el número cuatrocientos 400.- CUATROCIENTOS.


Me supone mucho dolor escribir este post, porque me obliga a recordar, y me doy cuenta de lo que he vivido, que no voy a calificar aquí, porque no puedo.

La realidad es que este blog es una especie de diario, y yo que me conozco bien, cuando lo abro por cualquiera de sus páginas, puedo ver mi cara en ese momento que escribía, mi sonrisa, mi alegría, mi ilusión, mi entusiasmo, mi hipocresía escondiendo lo que no quería mostrar y mi absoluto fracaso sentimental.

Tengo una persona muy cercana, aquella personita pequeñita que se ha convertido en alguien muy grande e importante, que me ha dicho una de las verdades más dolorosas y también bellas. He tenido la enorme suerte de tener en mi vida a dos personas, parejas, que me han amado infinitamente, que me han cuidado, que me han querido sin medida, que lo dieron todo por mi.

Y eso no es común, pocas personas pueden disfrutar de un amor así, y menos de dos.

Y no me arrepiento de lo vivido, pero debo dejar ya de mentirme a mi misma y a las demás. He vivido estos seis últimos años de mi vida, transtornada. Por emplear una palabra suave.

Los dos primeros en una nube deliciosa, que me impidió fijarme en detalles muy importantes que anunciaban lo que ocurriría. Y los cuatro años siguientes, una pesadilla de la que no quería ni podía salir. 

Me he hecho mucho daño a mi misma en todos los aspectos que se pueden imaginar, en todos. 

Y hasta aquí puedo escribir. 

Ahora, desde hace hoy siete meses, estoy curada de muchas cosas y de otras sigo en proceso. Con ilusiones y ganas de seguir.

Es muy duro, es muy bello también.

Y para acabar, dar las gracias a mis hijas y a mi hijo. Por TODO.

A F. por demostrarme en sus últimos momentos, que yo era importante, que yo valía, que me merecía una caricia, un beso, amor del bueno, del sano.

A M. por ser como la recordaba, por su integridad y por su verdad.

Quienes habéis estado a mi lado, de una forma u otra, lo sabéis. Y os doy las gracias.

A las/os frías/os de corazón (por no decir nada más feo). Salud y suerte.

Y aunque me podáis percibir muy afectada, que lo estoy. Esto no deja de ser una celebración. Porque he escrito mucho, y bien. Y sobre tantas cosas, sobre cosas muy importantes y también sobre banalidades. Y siempre, cuando le doy al botoncito de ¨publicar¨, me siento feliz. Cuando leo los comentarios que me dejáis, sonrío y me halaga saber que me leéis, cuando veo las estadísticas, me siento bien.

Y por todo, me quedo aquí, en esta particular "Pasión por la Vida", por mi VIDA, por la mía.