sábado, 31 de agosto de 2019

526.- SANIDAD E INTIMIDAD.


A todos y a todas nos ha tocado o nos tocará pasar por una clínica, un hospital, un centro de salud o un servicio de urgencias médicas.

Yo diría que es inevitable, y si alguien ha tenido la suerte de  no tener que acudir nunca a estos servicios para sí mismo/a, probablemente lo haya tenido que hacer como acompañante.


En estos lugares, se traspasa el umbral de lo normal, de la lógica, de los horarios y rutinas. Se entra de cabeza en el país del miedo y la vulnerabilidad, y a veces incluso, aparece el sombrerero loco.

Por supuesto, se aprecian diferencias entre servicios sanitarios públicos y privados. Diferencias sutiles a veces, y otras colosales.

Diferencias apreciadas sobre todo por la persona enferma, que en definitiva, es la protagonista principal de estas situaciones.

Antes de continuar, tengo que decir que comprendo la actual situación de precariedad de la sanidad pública y que los recortes económicos han supuesto una importante reducción de medios materiales y profesionales.

El sistema sanitario público que tenemos en España, tiene fama de ser de los mejores, pero a mi me gustaría saber con cuáles se le compara.

La falta de recursos es evidente, pero este hecho no puede ser el escudo con él que se protegen algunos/as profesionales para no escuchar, para no atender lo antes posible una llamada, para hablar mal, para no mostrar ningún tipo de empatía hacia la persona enferma y su familia, las cuales ante este tipo de situación se sienten aún más vulnerables y desprotegidas.

Sé que no ocurre esto con todo el personal sanitario, sé que hay honrosas, abundantes y extraordinarias excepciones. Pero, ese es el problema, que son excepciones.

Médicos y médicas merecen párrafo aparte.  Son los/as dioses/as de estos lugares, y no siempre porque ellos/as mismos/as así lo crean, sino porque enfermos y enfermas y sus familias, confían en su buen hacer para salvar vidas, se ponen en sus manos y esperan de doctores y doctoras que acaben con la enfermedad y el sufrimiento.

Estoy segura de que la clase médica hace todo lo posible para que con los recursos que tienen a su alcance, puedan conseguir cumplir las expectativas que los/as enfermos/as y sus familias han puesto en ellos/as.



En ocasiones aparece algún/a médico/a que en su momento percibieron el toque de la varita divina sobre ellos/as y adoptan una actitud, delante de sus pacientes, que se acerca peligrosamente (para el/la paciente) a la prepotencia. No responden a preguntas, o lo hacen con evasivas, son excesivamente crudos/as con pacientes que están muertos/as de miedo, o no hablan claramente con otros/as que necesitan detalles pormenorizados sobre su estado.

Y deben hablar, deben hacerlo. Pero la mayoría de las vece ques se encuentra el/la paciente con un médico/a así, el miedo y la vulnerabilidad crecen sin remedio.



Puede ser, no lo sé, que no se forme a los/as médicos/as para tratar con sus pacientes de una forma cercana y empática. Para explicarles que les ocurre, como va a desarrollarse su enfermedad, decirles que ellos/as son los/as especialistas y van a hacer todo lo posible para curarlos/as.

Porque a mi, no me cabe duda de que lo quieren hacer, pero hay personas enfermas y sus familias, que necesitan escucharlo.

Los hospitales de nuestra "envidiada y ejemplar" sanidad pública son el vivo ejemplo de un paradigma sociosanitario que no cuida y no protege la intimidad de las personas atendidas en sus instituciones.


Desde los servicios de urgencias, saturados muchas veces, se hacina a los/as enfermos/as en pasillos, boxes separados por finas cortinas y salas de observación en las que suele haber una media de ocho  pacientes por sección. Y ya sabemos lo que esto conlleva.  Toses, vómitos, ruidos, conversaciones privadas, orina y heces.

¿Dónde queda la intimidad de la persona enferma, del/la paciente?



Y eso no es lo peor. Puede morir alguien a tu lado, así, a dos metros de tu cama. Con susfamilia acompañando esos últimos minutos y tú espantado/a a pocos metros escuchando y viviendo todo el proceso.

Volviendo al servicio de urgencias, después de pasar horas, en el mejor de los casos, o días, ocurre el milagro de "la cama vacía" y te suben a planta. Empieza así toda la parafernalia de personal, enfermeros/as y auxiliares que te repiten la suerte que has tenido de poder acceder a una habitación y abandonar el servicio de urgencias. ¡Bien!

Lo habitual es una habitación para dos  pacientes. Pero mi visión y la de muchas otras personas es que es imposible preservar la intimidad y privacidad de las personas atendidas, porque hay múltiples factores que hacen incompatible esta situación con el derecho a la intimidad. Edad, gravedad de la patología, carácter y costumbres de las persona obligadas a vivir una situación que ya es complicada de antemano.



Y sé que esto es lo que hay, que es lo que tenemos. Pero es triste, injusto y muy doloroso  que una persona tenga que pasar situaciones de enfermedad, de vulnerabilidad e incluso de muerte, sin que se le faciliten los recursos necesarios y adecuados para preservar su legítimo derecho a preservar su intimidad.

Ojalá que todo el cuidado que se pone para cumplir la ley de protección de datos (supervisada por auditorías externas), se pusiera también para proteger la intimidad de las personas atendidas en instituciones  de la sanidad pública.

Me parece escandaloso que haya más privacidad en un confesionario de la iglesia católica que en una cama de hospital de la sanidad pública.


jueves, 29 de agosto de 2019

525.- OPINIONES.


Hoy en día las opiniones están sobrevaloradas. Todo el mundo opina, y muchas veces sin tener ni idea de aquello sobre lo que habla.

El uso de las opiniones sin sentido, se ha extendido desde los medios de comunicación, hasta las charlitas de amigos y amigas de después de comer o cenar, y  en medio de todo ello, en las aulas también se da opción a que el alumnado opine sobre materias y temas que desconocen y que son muy delicados, ya que influyen de manera fundamental en su formación, sobre todo cuando se trata de asuntos que afectan a toda una sociedad y que la evolución correcta de esa sociedad está íntimamente ligada a los valores y actitudes correctamente aprendidos.

La responsabilidad de que esto ocurra en las aulas es del / la docente, que en muchos casos adolece de conocimientos suficientes sobre temas que no son de su especialidad, pero que, no obstante, inciden de forma transversal en todos los aspectos de la vida.

Entrar en un aula y preguntar al alumnado sobre lo que opinan del racismo es impensable, porque todos y todas tenemos claro que el racismo es malo y que no se puede ser racista en una sociedad avanzada, democrática e igualitaria. No haríamos nunca esa pregunta, porque la única opción es no ser racista, el racismo es malo e ilegal.

Es igual a si estuviéramos dando una clase de matemáticas y preguntáramos cual es el resultado de sumar 2 más 2. Todos y todas sabemos la respuesta, pero alguien argumenta que existe otra forma de ver la suma y que "opina" que el resultado es 5.

Entramos aquí en la impartición, obligatoria actualmente, de cursos sobre sensibilización en políticas de igualdad de género. Estos cursos se imparten en todos los Certificados de Profesionalidad del INEM, son obligatorios, al igual que la información medioambiental y la formación y orientación laboral. Son los llamados módulos transversales.

Cuando se entra en un aula cuyo alumnado es adulto, se da por hecho ciertas cosas que no deberían darse por interiorizadas ni aprendidas, y por eso mismo, no se puede ni se debe permitir que se opine sobre un tema tan delicado y complicado sobre la igualdad de género, a personas que van a recibir una formación. El motivo es claro, primero hay que formarse y quizás con esa formación se pueda ser capaz de emitir una opinión fundada, adecuada y enriquecedora para el resto.

Porque sobre este tema de la igualdad entre hombres y mujeres todo el mundo parece saber mucho, y en esta sociedad en la que existen importantes diferencias y graves vulneraciones de las libertades de las mujeres, no se pueden admitir opiniones que son una muestra más del machismo cultivado intensivamente por el patriarcado.

Hay personas que no hablan en reuniones de amigos, en cenas, encuentros, etc., por timidez o por desconocimiento de los temas que se tratan, esta gente es prudente. Pero incluso ellos, cuando se trata de la igualdad entre hombres y mujeres, explotan y opinan, argumentando sin ningún tipo de fundamento ni conocimiento, salvo su única creencia vacía de contenido, quitando importancia y negando que exista desigualdad, o justificando su existencia.

Y eso es machismo señores y señoras, y se perpetúa y extiende porque muchas veces no sabemos pararle los pies, por temor a respuestas que nos coloquen en una situación violenta, por no querer ser siempre la nota discordante, por no reír las gracias de aquellos que habitualmente recurren al chiste fácil sobre mujeres, por no parar a quienes llaman feminazis a mujeres que han recogido el testigo de aquellas feministas que lucharon por nuestros derechos.



Una opinión escuchada en un aula de adultos con una media de edad de 40 años, fue la de un estudiante que opinaba sobre la desigualdad entre hombres y mujeres. Él decía que había perdido su trabajo después de 25 años trabajando en el mismo sector, a causa de la incorporación de la mujer al mundo laboral, que en ese sector en el que él había trabajado tantos años, la ocupación de la mujer era actualmente mayoritaria. Y como colofón dijo que pensaba que a las mujeres nos habían dado un frutero lleno de frutas y que no habíamos sido cautas y nos las habíamos zampado todas de golpe. Y eso perjudicaba a los hombres.


Ninguna autocrítica. Por supuesto no se le ocurrió pensar que si había sido despedido era porque no cumplía los requisitos necesarios para continuar en su puesto de trabajo, que si había sido sustituido por una mujer era debido a que ella si podía realizar correctamente las funciones que ese puesto requería. Mejor formación académica, mayor capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías, actitud positiva y práctica hacia la formación continua.

Hablar en estos cursos sobre el lenguaje inclusivo y no discriminatorio, es obligatorio, ya que a través del lenguaje se consiguen muchos logros, haciendo visible la situación actual de la mujer en nuestra sociedad. Y utilizar un lenguaje inclusivo puede hacerse sin incurrir en errores gramaticales, que parecen preocupar a muchos hombres aunque cometan a menudo multitud de faltas ortográficas y sintácticas.



La explosión fuera de lugar de alguien que dice que está harto de escuchar y leer todos/as, ellos y ellas, el padre y la madre, etc. ¿A qué viene esa descarga de testosterona? ¿Por qué se siente amenazado un hombre cuando se le explica la importancia y necesidad de utilizar un lenguaje que visibilice a las mujeres?

Y como respuesta, más propia de neandertales que de hombres, presuntamente formados, se dedican a subir vídeos de Youtube ridiculizando a las mujeres, al lenguaje inclusivo y al colectivo LGTBI.

Por todo esto. Primero hay que formar de una manera especializada, teniendo unos sólidos conocimientos sobre el tema, para poder realizar una correcta transmisión de valores y actitudes. 

Y ya después que opinen en sus casas o donde se lo permitan. Porque es cierto que el machismo no es permeable a la razón.


martes, 27 de agosto de 2019

524.- SERIES. POSE.



Ya sabéis que cuando escribo sobre una serie, me gusta contextualizar y aprovecho para dar mi opinión sobre ella, pero también sobre todo aquello que la rodea y me inspira.

Cuando nacemos, en ese instante, en esa primera luz, alguien nos mira desnudos/as y dice "es una niña" o "es un niño".

A partir de ese breve momento comienza nuestra construcción social como mujer u hombre.

Quienes me leéis, sabéis que soy trabajadora social y mi proyecto de fin de carrera fue con mujeres transexuales reclusas, posteriormente fui coordinadora de un grupo de mujeres transexuales dentro de un colectivo LGTBI en Gran Canaria.

Mi relación con la transexualidad femenina no ha sido sólo profesional, ya que de ahí surgieron conocimientos y amistades importantes que me abrieron todo un mundo de posibilidades, de experiencias, de respeto y de libertad. 

Estudiar, leer mucho y conocer personas que han hecho que entienda que el binarismo es la barrera que separa a muchas personas, y el obstáculo que impide transitar por él. Porque para más personas de las que pensamos, el tránsito por el género es una necesidad, una aventura, un deseo o simplemente un paseo.

Y aquí ya me centro en la serie POSE, que es casi de obligada visión. Hay dos temporadas, la primera está en Netflix y la segunda en HBO.


Lo que comienza como algo lúdico y festivo, un espectáculo bastante habitual en los años 80, en locales semiclandestinos, en los que mujeres transexuales bailaban, cantaban, hacían playbacks, se caracterizaban imitando a famosas y en definitiva, se ganaban la vida en algo que a algunas les gustaba y que para otras era la única oportunidad de sobrevivir en un mundo que las consideraba en el mejor de los casos bichos raros y en el peor, gente que no tenía derecho a compartir el mismo aire que ellos.

Y al grito del maestro de ceremonias del local, "vive, lúcete, posa" comenzaba el espectáculo.


Pero detrás del espectáculo, en 1983, acechaba el demonio del VIH, la plaga que acabó con la vida de hombres homosexuales y de muchas mujeres transexuales, antes de extenderse al resto de la población y dejar de ser una enfermedad/castigo de "maricas y travelos". Y en aquel momento de desconcierto, en el que nadie sabía que ocurría y porqué parecía que sólo les afectaba a ellos y a ellas, la clase médica no entendía que pasaba, se experimentaba con medicamentos que tenían el efecto mismo del veneno, y los que parecían beneficiar la salud de las personas enfermas eran tan caros que sólo podían acceder a ellos unos pocos.


Murió mucha gente. Muchas de estas personas murieron solas, como apestadas, como desechos humanos a quien nadie quería acercarse, consolar, acariciar y acompañar en el trance de la muerte.

Mientras esto ocurría, la iglesia católica se reafirmaba en la abominación de la homosexualidad y lo pecaminoso del uso del preservativo. La misma secta y la misma mierda de siempre.

Y el relato de las mujeres transexuales en la serie es tan real, tal y como muchas jóvenes cuentan su vida, su experiencia familiar, su dura batalla contra una sociedad que las ha despreciado e invisibilizado. Mujeres a las que sólo se quería ver en una calle oscura para pagar por una felación, o a las que se iba a ver en manada para en un escenario y no por apreciar su voz, su caracterización como Streissand, Minelli o Jurado, no. Lo que se esperaba era que al final hubiera un desnudo integral y verlas como a monos de feria, enseñando aquello que a ese público cruel y morboso les reafirmaba su idea de pene = hombre.


Os la recomiendo muchísimo, por lo que de historia social tiene, porque hace entender una realidad que para muchas personas es lejana y para otras muy próxima, pero que no entienden, y no se trata de maldad, sino de desconocimiento y ello puede llevar al miedo y ese miedo generar odio.

Por ello hay que conocer para comprender, para dejar de temer a lo desconocido.

También durante las dos temporadas de la serie hay una constante que es la maternidad, sentimiento que muchas veces no se inicia en un parto, sino mucho después con personas que no has parido, con personas que no te han parido. La maternidad es ese sentimiento que brota hacia alguien que sabes que necesita de tu amor y de tu protección. Y da igual si es mamá o papá, da igual su orientación sexual, su identidad, su nivel económico  y social. 

Espero haberos animado a verla. 


sábado, 24 de agosto de 2019

523.- AZAFRÁN.



Me gustan las especias, no todas, pero si una enorme mayoría. Quizás sea una contradicción más de las muchas mías, porque odio el curry, cualquiera de ellos, los indios, los thailandeses y si existen más también los odio, alimentariamente hablando.

Lo de los currys se debe a un trauma olfativo de cuando era pequeña e iba a casa de una amiga en la que a cualquier hora olía a curry, y no podía soportar ese olor que me recordaba al sudor de quien ha comido mucha cebolla.

El caso es que es una contradicción, porque los currys son una mezcla eficiente de especias, y seguro que por separado las habré utilizado e ingerido, pero la mezcla no es eficaz para mi sistema límbico.

Debería tener una anosmia selectiva para no enterarme de los currys que puedan cocinarse a mi alrededor.

Me estoy yendo por las ramas.

Comino para el potaje de berros, para el marinado de un atún rojo con otros ingredientes secretos, para el caldo de pescado junto con el cilantro.

Bouquet garni (orégano, tomillo, laurel y romero), para un estofado de ternera.

Pimienta negra para un buen filete a la brasa y para unas fresas marinadas con auténtico vinagre de Módena.

Eneldo para el salmón en cualquiera de sus versiones.

Y podría seguir, pero ahora que ya sabéis que odio el curry y que adoro las especias y cocinar con ellas, sólo me resta decir que de lo que quiero escribir hoy es sobre el azafrán.

Para quienes no cocináis y no tenéis idea de especias, os cuento que el azafrán es conocido como el oro rojo en la gastronomía.

Crocus sativus es la planta más conocida como azafrán, aunque sería más correcto decir de la que se extrae esta maravillosa especia. Es una planta pequeña con florecillas de color malva y cada una de estas flores tiene tres pistilos que se extraen manualmente y son los que reciben el nombre de azafrán.


Su origen es muy antiguo y se ha utilizado como tinte para ropa, aromatizador y en el embalsamamiento de cadáveres. Desde hace algunos siglos, su principal utilidad es la de aromatizar platos dulces y salados y dar un color característico.

Podemos encontrarlo en helados y natillas, arroces y caldos. Para mi es imprescindible en las sopas.



Su precio es muy elevado debido a la dificultad en su recolección que debe ser manual, en una determinada época del año y realizada por personas expertas que no dañen el producto.



El mejor azafrán es el español, cultivado en La Mancha. Hay mucha picaresca con este producto y muchas veces se vende como español, el producido en otros países y que no tiene la misma calidad que el de aquí.


Como recomendaciones deciros que nunca lo compréis molido, porque la mayoría es colorante alimentario que nada tiene que ver con el auténtico.

Un truco para que os cunda más es poner las hebras que vayáis a utilizar sobre la tapa de la olla en la que estéis cocinando y dejarla unos minutos hasta que se seque, a continuación podéis incorporarla a vuestra preparación, dejará más color y mucho más sabor a vuestro plato.

Y como anécdota os cuento que hace un tiempo tuve una vecina búlgara que me contó que se estaba llevando semillas de la planta del azafrán para plantarlas en la finca de sus padres en Bulgaria, había comprado las semillas en La Mancha y ella ya se veía como "la reina del azafrán", así se llamó desde entonces. 


Por último, el valor nutricional y potencial terapéutico parece ser interesante, pero no os dejéis engañar, porque es un producto que se consume en cantidades mínimas, y para conseguir esos beneficios habría que tomar al menos 100 gramos de producto.