sábado, 29 de junio de 2019

520.- ORGULLO Y REVOLUCIÓN.


Estamos en fechas de orgullo, de reivindicación, de celebración, de manifestaciones, de desfiles, de lecturas de manifiestos, de pregones, de canciones, de encuentros, de fiestas, charlas, debates, bailes y ponencias.


No olvidemos que mientras se mate a personas por su orientación sexual o por su identidad de género, todo ello tiene sentido, es una obligación que tenemos quienes podemos hacerlo, para que quienes no pueden, consigan vivir y amar en paz.

Y aquí, en este primer mundo desarrollado, sigue siendo necesaria también la revolución encendida, para que no olvidemos, para que no nos relajemos, porque el peligro sobrevuela alrededor nuestro, con diversas formas y colores de nuestro más vergonzoso pasado político y social.

Así que a las calles a reivindicar de la manera que nos dé la gana. Con pluma, lápiz, bandera o plataforma. Que todo vale y todo cabe.


Y todo ello vale en este camino que se emprendió hace 50 años en Stonewall, Nueva York.

También es momento de agradecer a quienes dieron la primera voz, el primer grito, tiraron la primera piedra y pusieron sus cuerpos como escudo.


Gracias Marsha P. Jonhson.


Gracias a todas aquellas mujeres transexuales que en la cafetería Compton's de San Francisco, en 1966, tres años antes de lo ocurrido es Stonewall, protagonizaron la primera revuelta transgénero en Estados Unidos.


Mi pensamiento hoy se va junto a las personas LGTBIQ mayores, enfermas y solas.

Debemos reivindicar también el derecho a una madurez visible, sana y digna.

Y para acabar, os dejo un pequeño regalito. 


En Netflix hay una serie que se llama "Historias de San Francisco", la podéis obviar, pero el capítulo 8 es una pequeña joya que hay que ver. La protagonista de este capítulo de Jen Richards. Mujer trans interpretando a mujer trans, por fin.


Toda la serie está basada en los cuentos de Armistead Maupin, a quien podéis ver participando en la película documental "El celuloide oculto", perfecta también para ver en estos días, y en la que vemos la realidad lésbica y homosexual en el cine.





miércoles, 26 de junio de 2019

519.- CANTA, NO DEJES DE CANTAR.




¿Sabéis cuándo escucháis canciones y la música y la letra parece que hablan y suenan a vuestra vida?

Llegamos a sentir que quien ha compuesto la letra y la música hablaba de nosotras, que había vivido nuestra historia y sabía cómo pensábamos, cómo amábamos, cómo  acariciábamos, cómo  entendía nuestro cuerpo y sabía que cuerda tañer, para hacernos sentir y desear que la vida acabara en ese preciso momento.

Porque hay momentos que deberían ser toda una vida, en los que la tierra debería detenerse y dejarnos inmóviles, sin más. Porque esos momentos son únicos y nos convierten en personas únicas.

Y no necesitamos nada más. No existe nada más allá ni más acá.

Y sólo somos nosotras y nuestros pensamientos y sentimientos.

Es la música que nos envuelve, que nos abraza y nos encuentra por fin. Y entonces sabemos que será el único y eterno consuelo. Y que nuestras lágrimas y nuestras sonrisas serán  lo único importante, la batuta y la clave que nos guiarán hasta ese camino en el que encontrarnos y olvidarnos de lo banal y lo superfluo, que no siempre es deseable.


E incluso las amantes incondicionales de la trivialidad, de aquello superfluo e inane, nos reencontraremos con el fundamento, con las bases de lo que nos ha conformado como personas, cómo gente de bien, con sentimientos y valores. Y entonces, con ese ritmo que nos reencuentra en la senda de la verdad, entonces escuchamos aquello que parece estar compuesto para nosotras, sólo para nosotras. Y ya no hay más.

Y ahora os propongo escuchar, con los oídos, con la piel, con los labios, con la punta de los dedos. 

Y aquí os dejo unos pequeños regalos para sentir.

Tú me acostumbraste y no te olvido nunca.

Esta mujer ya no me gusta como antes, parece haberse convertido en la hija adoptiva de Esperanza Aguirre, pero hay canciones que son yo.

Y por mucha fuerza que hagamos, por mucho empeño que pongamos en ello, hay cosas que son imposibles.


También está lo imborrable, aquello que por mucho empeño que se ponga no existe nada que me obligue, y que esto es así nenita.

Y el hierro firme que me hizo, que me formó, que me levantó. Y gracias a él tengo lo más importante que me levanta cada día.


Y esto ha sido un regalito para animaros a estar, a seguir.

Felices treinta y dos vida mía. De tres.

Y acabamos de fiesta.



lunes, 24 de junio de 2019

518.- VERANO.


Ya está aquí otra vez, y cada año pasa más tiempo con nosotras, es como esa invitada pesada que llega la primera y se va la última, y además se bebe hasta el agua de los floreros.

Si, es el verano.

Y como ya es costumbre en este blog, vuelvo a escribir sobre él, como aquí y  aquí

Y este tema siempre me trae a la cabeza a Ana Crónica, que tiene la misma aversión que yo por el verano.

Cada vez llega antes y con más ganas y sin intención de irse hasta octubre, aunque como la amiga de los floreros, cada año parece quedarse más tiempo.

Eso es para que algunos imbéciles que nunca estudiaron digan que lo del cambio climático es un cuento de las izquierdas reaccionarias. 


Ya no tendremos, ni siquiera, la posibilidad de escapar a tierras del norte del planeta, porque se derriten los polos, sube el nivel del mar, los osos polares mueren de inanición y los iglúes se deshacen como un corneto al sol. 


Y con el afán de refrescarse en el agua cada vez más contaminada de mares, océanos, ríos, estanques, riachuelos y tóxicas piscinas públicas, pues a cargar el coche de hamacas, pesadas neveras de playa, tuppers de ensaladilla rusa, flotadores con forma de unicornio y litros de pegajoso protector solar.

Y a sufrir el verano.


Lo de la moda de gigantes flotadores plásticos con extrañas formas, debe ser para que la contaminación por plástico tenga una visión simpática y divertida en forma de donut o helado desinflados.

Como otros años me he quejado, pero no he dado alternativas, este año creo que el plan B es quedarse en casa, invertir en aire acondicionado para el salón, un frigorífico con la mínima temperatura posible, congelador repleto de cubitos de hielo, sofás, sillones y sillas cubiertos por toallas blancas y no salir a la calle a no ser que la cosa sea imprescindible.

Es una alternativa limpia, fresca, sana y protectora. Olvida la arena contaminada por pises de niños/as, las orillas de las playas con sospechosas espumas, los chiringuitos de fritangas y vasos plásticos, los gritos de padres y madres a sus hijos e hijas sobre los cortes de digestión.

Entre más escribo, tratando de convenceros de la toxicidad de las costumbres estivales, más enferma me pongo. 


Ya sé que para muchas de vosotras el verano tiene el aliciente de coincidir con las vacaciones. Y eso es lo peor, que os obliga el sistema vacacional/canicular, a echaros a las playas, a los mares y piscinas como si no hubiera un mañana. 

                                       

Ya veréis como esto cambiará, porque si seguimos así, en unos años prohibirán el acceso a esos reductos de contaminación, como si de Chernóbyl se tratara, y las costumbres vacacionales se modificarán y se nos invitará a pasar los días de asueto, en frescas naves que orbiten alrededor del planeta calentorro, con spas de aguas puras y frescas.
Bueno queridas mías. Cuidaros mucho del verano, que cada año va a peor.


domingo, 9 de junio de 2019

517.- ELISA Y MARCELA.


Esta historia podría haberse contado de muchas formas, pero Isabel Coixet lo ha hecho de la mejor manera posible.

Sin victimismo, sin revanchismo, con respeto y valentía. 

La delicadeza del orgullo, con la sutileza del miedo por ellas y el reflejo de un amor profundo y real.

Y para que no olvidemos nuestra historia, las personas, las mujeres, las lesbianas.

Para que recordemos que hasta hace bien poco tiempo, se perseguía a lesbianas, transexuales y homosexuales. En Fuerteventura estuvo funcionando un campo de concentración para homosexuales hasta 1966, bajo el nombre de Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía, esta abominable realidad, la cuenta el historiador canario Miguel Ángel Sosa Machín en su novela Viaje al centro de la infamia.

La ley de vagos y maleantes incluyó en 1954 las conductas homosexuales y no fue hasta 1970 cuando fue sustituida por la ley de Rehabilitación Social, aunque sus secuelas se arrastraron hasta 1995.


Jóvenes LGTBIQ que no conocen nuestra historia, ni la historia de todas las personas que trabajaron, lucharon, pelearon y se dejaron la vida, para que hoy podamos casarnos, para que se nos reconozcan los mismos derechos que a las personas que no pertenecen a ninguna de esas siglas. 

Y ahora que ya estamos en junio, el mes del orgullo, del pride y el proud. Ahora que comienzan a alzarse voces y plumas en contra de una conmemoración que en algunos lugares también es celebración, nos toca decir que si, que tenemos y debemos seguir saliendo a la calle, porque a pesar de lo avanzada que es nuestra legislación en derechos para el colectivo de lesbianas y gais, no se ha educado a la sociedad para que interiorice y comprenda que la orientación sexual de la vecina, del profesor de sus hijos e hijas, del primo que siempre viene solo a la cena de Nochebuena y de la hermana de mi madre, no es relevante, que no pasa nada.

Y seguiremos saliendo a conmemorar, a celebrar y a reivindicar, porque aún hay países donde te ejecutan por ser homosexual, donde te encarcelan. Aquí aún se agrede física y verbalmente, las niñas y los niños que no son heterosexuales, son objeto de burlas y ataques y las personas homosexuales ancianas se ven en muchos casos solas y en situación de desamparo.

Seguimos siendo un colectivo vulnerable, en cualquier parte, en unas más que en otras.

Y me dirán algunos/as  que porqué no hay también un orgullo heterosexual. Pues mentes débiles, porque no se os mata, pega, ni discrimina por ello.

Gracias Isabel Coixet, por recordarnos la historia, por contribuir a que no olvidemos quiénes somos y de dónde venimos. Y por qué tenemos que continuar en el camino.















domingo, 2 de junio de 2019

516.- PELÍCULAS NETFLIX.


Ya he escrito varias veces sobre el lujo que me parece Netflix. Y no por lo que cuesta, sino por lo que vale.

Poder elegir qué ver en cualquier momento y entre una amplia oferta, es casi un milagro para las que crecimos con dos canales de televisión y una carta de ajuste sempiterna.

Y es por esto que soy una fan, de fanática, de Netflix.

Y aunque en estos últimos meses no tengo mucho, tiempo, intento buscar un ratito para
ver algo.

Y hoy quiero hablaros de las películas, que son algo en lo que no me suelo detener demasiado, hasta ahora he visto más series y documentales.

Pero estoy sorprendida de las películas que he visto, algunas muy buenas, otras simplemente entretenidas.

Ya os he contado que no me gusta el cine español, aunque de vez en cuando hago excepciones. A veces me arrepiento de mi atrevimiento, y otras, las menos, me sorprendo gratamente y me digo a mi misma, Conchi, no seas tan inflexible, que hay vida cine más allá de Penélope.

Y os las dejo por aquí.

Lady J.
Muy divertida, en la linea de "Las amistades peligrosas", pero mucho más ligerita. 


Toc Toc.
El encuentro en la sala de espera de un psiquiatra, de un grupo de personas con transtorno obsesivo compulsivo.
Tiene momentos muy divertidos, pero en general es como una prima de "Aquí no hay quien viva".
Lo mejor Rossy de Palma.


The Meyerowitz Stories.
A mi me gustó, pero ya sabéis que yo soy una simple "criticona de sofá".
La familia no se elige, es el único grupo al que entramos sin haberlo deseado, ni inscribirnos.
A veces sale bien, y otras es un desastre.
Un monstruo viene a verme.
Tenía muchas ganas de verla. Es para llorar mucho, al final te quedas como nueva.
Preparad una buena provisión de pañuelos, chocolate y palomitas.
No cumplió mis expectativas.
Niños, madres enfermas... Entre Heidi y Marco me quedo con Mazinger Z.


A pesar de todo.
Española, muy entretenida, comedia previsible. Lo mejor, que hay lesbiana.
A ver, que es para verla cuando no se quiere pensar mucho, como su título.
También está Rossy de Palma.


The Perfection.
Es un poco de miedo y un poco gore. Traumas infantiles, profesor de música pirado, y dos lesbianas chelistas y complementarias. (Jejeje).
No es imprescindible para aumentar vuestra filmografía.
Las chicas monísimas.



El secreto de Marrowbone.
Es una película de miedo, poco. Volvemos a la familia, que te toca la que te toca y te puede joder fastidiar mucho la vida.
Me gustó y la recomiendo. Recuerda mucho a otras dos películas que no os voy a decir aquí, porque sería spoiler.
Rodada en Asturias, por lo que la fotografía es maravillosa.


Captain Fantastic.
Más familia. En este caso, como se aparta a los hijos y a las hijas de la civilización, del sistema, para que no se contaminen con el capitalismo y el consumismo.
Difícil elección.
Yo creo que estuvieron en Stonewall muchas veces y las drogas ya sabéis.


Como la vida misma.
Para llorar del principio al final,sin descanso. Prometo ojos radiantes al día siguiente. A mi el llorar me deja guapa.
Me gustó mucho mucho y la recomiendo. 
Varias generaciones y una casualidad que unirá a quien menos imaginaríais. 
Tenéis que verla.


El Castillo de cristal.
Más familia.
Cuando la locura se apodera de un padre y de una madre y se autoproclaman salvadores y propietario y propietaria de sus hijos e hijas. Todo lo que hacen es por su supuesto bien y la fastidian, mucho.
Ahí es cuando los hijos y las hijas deciden huir, porque no queda otra opción.
La recomiendo mucho. Es dura.


Y hasta aquí mis recomendaciones. A ver cine, que la vida es cine.