Las personas que me leen creo que ya saben que soy trabajadora social, y para quienes no lo sabían, pues ya se están enterando.
Hace algo más de un año que no ejerzo, ya que al venirme a Barcelona dejé el trabajo que tenía en Las Palmas de Gran Canaria en una asociación perteneciente al "Tercer Sector", una ONG.
Me ha costado decidirme a publicar esta entrada, pero creo que es de ley, de honor y de principios basados en el juramento que hacemos al colegiarnos, en el convencimiento de que formamos parte de una muy digna profesión y por supuesto que muchas personas merecen conocer una realidad que parece muy cercana a la sociedad, pero que tiene entresijos desconocidos y muchas veces no tan altruistas como pueda parecer.
Elaborar proyectos que posteriormente serán presentados a entidades públicas y/o privadas es una de las tareas que realiza un/a trabajador/a social. En estos proyectos hay que saber vender una necesidad y llegar a quien va dirigido. Si se hace bien, se recibe una cantidad económica que debe ser empleada en esa necesidad que el proyecto describe. O así debería ser.
Otra de las funciones es la de trabajar estrechamente con las personas que pertenecen al colectivo (área/grupo de población con unas necesidades concretas) al que se dirige la ONG/asociación en cuestión (menores, personas con discapacidad, mayores, mujeres, emigrantes, etc.)
Los recortes, no cabe duda, han influido en la merma de respuesta e incluso en la nula atención a las necesidades de los colectivos atendidos en estas entidades financiadas con capital público, privado y en muchos casos también con las cuotas periódicas o donaciones aportadas por las propias personas pertenecientes al colectivo en cuestión o sus familias.
No siempre el capital que debería dedicarse prioritariamente a las personas en situación de necesidad, se emplea acertadamente.
Estas asociaciones/ONG's, no dejan de ser empresas, que con mayor o menor acierto dedican su empeño en procurar bienestar social a los colectivos vulnerables que así lo requieren. Y como empresas, valoran ciñéndose a convenios laborales, el trabajo de los/as profesionales.
El valor del trabajo, el tiempo, la dedicación, el riesgo de los/as trabajadoras de estas entidades no es reconocido ni remunerado justamente,dándose diferencias de más de 2500 euros mensuales entre la persona que se encuentra en el vértice piramidal de la asociación (en ocasiones sin titulación universitaria) y la base de la misma, formada en su mayoría por diplomados universitarios o técnicos de formación profesional.
Dedicarse profesionalmente al "Tercer Sector", no implica un regalo del trabajo ni del tiempo de los profesionales, pero en muchas de estas entidades se juega con la idea de que si te dedicas a esto, se presupone un espíritu altruísta y que si dedicas más horas, por supuesto sin ser remuneradas y en pocos casos recompensadas, eres mejor profesional.
Muchas veces se cede a ese chantaje emocional y nos decimos que las personas atendidas no tienen la culpa de la falta de recursos, cuando lo correcto es exigir en primer lugar a la empresa y ésta a las instituciones públicas los medios necesarios para que se puedan satisfacer las necesidades de la población atendida, con las máximas garantías de profesionalidad.
Puede que en una ocasión futura retome este tema en el blog.
4 comentarios:
Totalmente de acuerdo. El caso es que no sólo ocurre en ese sector -aunque más proclive al chantaje emocional- sino que se extiende como una mancha de aceite en todas las empresas, cuanto más trabajo sin remunerar más eficiente eres -para la empresa- lo que frecuentemente se confunde con ser mejor profesional. Personalmente pienso justo lo contrario: cuanto más imbécil eres más horas tienes que "meter" para disimular tu torpeza.
Yo también estoy totalmente contigo Tristán. Muchas gracias por tu acertado comentario.
Es un tema complicado. Mi suegro estuvo en una ONG de carácter religioso, y allí cobraba hasta el apuntador, cuando todos ellos eran jubilados y voluntarios, y luego pagaban una verdadera m... A los trabajadores contratados. Así que sé cómo van estas cosas...
Besos.
Ya lo creo: que es la tuya una profesión digna y necesaria...pero una profesión. Que se ejerce con esfuerzo y dedicación y conocimiento, no solo por el deseo,muy loable desde luego,de ayudar al otro.
Felicidades por tu entrada.
Matilde.
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