Hoy en día las opiniones están sobrevaloradas. Todo el mundo opina, y muchas veces sin tener ni idea de aquello sobre lo que habla.
El uso de las opiniones sin sentido, se ha extendido desde los medios de comunicación, hasta las charlitas de amigos y amigas de después de comer o cenar, y en medio de todo ello, en las aulas también se da opción a que el alumnado opine sobre materias y temas que desconocen y que son muy delicados, ya que influyen de manera fundamental en su formación, sobre todo cuando se trata de asuntos que afectan a toda una sociedad y que la evolución correcta de esa sociedad está íntimamente ligada a los valores y actitudes correctamente aprendidos.
La responsabilidad de que esto ocurra en las aulas es del / la docente, que en muchos casos adolece de conocimientos suficientes sobre temas que no son de su especialidad, pero que, no obstante, inciden de forma transversal en todos los aspectos de la vida.
Entrar en un aula y preguntar al alumnado sobre lo que opinan del racismo es impensable, porque todos y todas tenemos claro que el racismo es malo y que no se puede ser racista en una sociedad avanzada, democrática e igualitaria. No haríamos nunca esa pregunta, porque la única opción es no ser racista, el racismo es malo e ilegal.
Es igual a si estuviéramos dando una clase de matemáticas y preguntáramos cual es el resultado de sumar 2 más 2. Todos y todas sabemos la respuesta, pero alguien argumenta que existe otra forma de ver la suma y que "opina" que el resultado es 5.
Entramos aquí en la impartición, obligatoria actualmente, de cursos sobre sensibilización en políticas de igualdad de género. Estos cursos se imparten en todos los Certificados de Profesionalidad del INEM, son obligatorios, al igual que la información medioambiental y la formación y orientación laboral. Son los llamados módulos transversales.
Cuando se entra en un aula cuyo alumnado es adulto, se da por hecho ciertas cosas que no deberían darse por interiorizadas ni aprendidas, y por eso mismo, no se puede ni se debe permitir que se opine sobre un tema tan delicado y complicado sobre la igualdad de género, a personas que van a recibir una formación. El motivo es claro, primero hay que formarse y quizás con esa formación se pueda ser capaz de emitir una opinión fundada, adecuada y enriquecedora para el resto.
Porque sobre este tema de la igualdad entre hombres y mujeres todo el mundo parece saber mucho, y en esta sociedad en la que existen importantes diferencias y graves vulneraciones de las libertades de las mujeres, no se pueden admitir opiniones que son una muestra más del machismo cultivado intensivamente por el patriarcado.
Hay personas que no hablan en reuniones de amigos, en cenas, encuentros, etc., por timidez o por desconocimiento de los temas que se tratan, esta gente es prudente. Pero incluso ellos, cuando se trata de la igualdad entre hombres y mujeres, explotan y opinan, argumentando sin ningún tipo de fundamento ni conocimiento, salvo su única creencia vacía de contenido, quitando importancia y negando que exista desigualdad, o justificando su existencia.
Y eso es machismo señores y señoras, y se perpetúa y extiende porque muchas veces no sabemos pararle los pies, por temor a respuestas que nos coloquen en una situación violenta, por no querer ser siempre la nota discordante, por no reír las gracias de aquellos que habitualmente recurren al chiste fácil sobre mujeres, por no parar a quienes llaman feminazis a mujeres que han recogido el testigo de aquellas feministas que lucharon por nuestros derechos.
Una opinión escuchada en un aula de adultos con una media de edad de 40 años, fue la de un estudiante que opinaba sobre la desigualdad entre hombres y mujeres. Él decía que había perdido su trabajo después de 25 años trabajando en el mismo sector, a causa de la incorporación de la mujer al mundo laboral, que en ese sector en el que él había trabajado tantos años, la ocupación de la mujer era actualmente mayoritaria. Y como colofón dijo que pensaba que a las mujeres nos habían dado un frutero lleno de frutas y que no habíamos sido cautas y nos las habíamos zampado todas de golpe. Y eso perjudicaba a los hombres.
Ninguna autocrítica. Por supuesto no se le ocurrió pensar que si había sido despedido era porque no cumplía los requisitos necesarios para continuar en su puesto de trabajo, que si había sido sustituido por una mujer era debido a que ella si podía realizar correctamente las funciones que ese puesto requería. Mejor formación académica, mayor capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías, actitud positiva y práctica hacia la formación continua.
Hablar en estos cursos sobre el lenguaje inclusivo y no discriminatorio, es obligatorio, ya que a través del lenguaje se consiguen muchos logros, haciendo visible la situación actual de la mujer en nuestra sociedad. Y utilizar un lenguaje inclusivo puede hacerse sin incurrir en errores gramaticales, que parecen preocupar a muchos hombres aunque cometan a menudo multitud de faltas ortográficas y sintácticas.
La explosión fuera de lugar de alguien que dice que está harto de escuchar y leer todos/as, ellos y ellas, el padre y la madre, etc. ¿A qué viene esa descarga de testosterona? ¿Por qué se siente amenazado un hombre cuando se le explica la importancia y necesidad de utilizar un lenguaje que visibilice a las mujeres?
Y como respuesta, más propia de neandertales que de hombres, presuntamente formados, se dedican a subir vídeos de Youtube ridiculizando a las mujeres, al lenguaje inclusivo y al colectivo LGTBI.
Por todo esto. Primero hay que formar de una manera especializada, teniendo unos sólidos conocimientos sobre el tema, para poder realizar una correcta transmisión de valores y actitudes.
Y ya después que opinen en sus casas o donde se lo permitan. Porque es cierto que el machismo no es permeable a la razón.
1 comentario:
¿Te puedo robar eso del "machismo es impermeable a al razón? Me ha encantado este post, creo que lo usaré mucho, mucho en mis clases.
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