LLevo semanas leyendo en Instagram, en Facebook y en algunos blogs sobre "la última frase". En todos los casos se refieren a la última frase de un libro que la blogera, instagramera o facebookera ha leído o no.
Quiero creer que realmente se han leído todo el libro y no que se han ido directamente a la última página y la han copiado por enigmática, misteriosa, molona, simpática o sensiblona.
Lo peor, si esto último fuera el caso, es que se pongan a si mismas como intelectuales de bandera y pretendan de esta forma demostrar sus inexistentes conocimientos literarios.
Sin embargo y a pesar de lo expuesto, yo me voy a unir a esta corriente ciertamente pedante y voy a enumerar alguna de las últimas frases de mis libros preferidos y por tanto leídos.
Pero antes quiero dejaros una imagen, no se trata de una imagen gráfica, es una descripción que me gustaría que leyerais y después cerrando los ojos lo imaginéis, y seguro que os dará un ataque de risa.
Mujer de pelo corto, sentada en la mesa de un bar de moda y rodeada de "hipsters", posando de perfil con los ojos exageradamente abiertos, el cuello tan estirado como el de una mujer jirafa tailandesa, un sandwich de pepino con eneldo y kalles kaviar con olor a la harinera de pescado al lado de la que creció y un cóctel servido en copa de champagne elaborado con una mezcla imposible de Kahlua, Amaretto, Grand Marnier, Vodka y Baileys. El cóctel se llama "orgasmo múltiple" y gracias a su potente efecto etílico y laxante suple carencias en #solaporobligaciónaburridapordevoción.
Seguro que ya la habéis visualizado.
Pues ella es mucho de últimas frases, de libros leídos y no leídos y también de decir la última palabra, pensando que siendo su voz la última que se escucha tendrá más razón en sus pobres y vacíos argumentos.
Pues que iba yo a las últimas frases y pensando en ello mientras escribo me doy cuenta de que no me se ninguna de memoria, que recuerdo vagamente muchas frases de los muchos libros que a lo largo de mi vida he leído, que en muchos de estos libros hay marcadores de páginas, hojas dobladas que me indican donde me detuve a releer y donde tengo que regresar para volver a disfrutar, frases subrayadas o remarcadas.
Y no, no voy a caer en esta moda sin sentido. Porque yo prefiero leer desde el principio y llegar lenta o rápidamente al final, como cuando se hace el amor, comenzando en el prólogo y avanzando al ritmo deseado hasta concluir en un clímax buscado y ansiado.
Quizá quien no sepa o no disfrute de hacer el amor, tampoco lea y deba ir a la última página y copiarla. Es igual que fingir un orgasmo.
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