A mí no me suele costar escribir, siempre siento la necesidad de decir algo a mí misma o a los demás, lo que ocurre es que me falta tiempo o cuando encuentro un rato estoy tan cansada que la simple idea de sacar el portátil de su funda, enchufarlo y conectarlo me parece un mundo, así que lo voy dejando.
Hay días como hoy, en los que me parece que sólo existe un tema del que poder escribir, y me despierto temprano sin proponérmelo y me sigue dando vueltas la idea, y me siento en la obligación moral, social y personal de hacerlo sin más dilación.
Ayer hubo un terrible accidente aéreo, murieron 150 personas.
Ante un hecho así sólo hay un pensamiento posible, y es el dolor por las víctimas, por sus familias y amigos.
Pero ayer, poco después de conocerse la tragedia en los medios de comunicación, hubo malnacidos que expresaron su odio hacia las víctimas y no respetaron el dolor de sus familias, amigos y tantas otras personas de bien que sentimos la muerte en circunstancias tan trágicas por lo violenta e imprevisible.
A esa mala gente sólo les deseo que nunca les pase nada, absolutamente nada, ni bueno ni malo. Que sus vidas sigan siendo NADA, como hasta ahora.
Y a las familias y amigos de las víctimas, catalanas, españolas, francesas, alemanas y de dónde quiera que sean, mi más sincera pena, apoyo y condolencias.
El dolor, el amor y la solidaridad de la gente buena, de las personas de bien que no entendemos de banderas, de nacionalidades, de odios y fobias absurdas.
Todas estamos aquí, venimos del mismo lugar y vamos a parar al mismo sitio. La diferencia entre las malas y las buenas es la felicidad y el amor que somos capaces de dar en el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario