Esta historia podría haberse contado de muchas formas, pero Isabel Coixet lo ha hecho de la mejor manera posible.
Sin victimismo, sin revanchismo, con respeto y valentía.
La delicadeza del orgullo, con la sutileza del miedo por ellas y el reflejo de un amor profundo y real.
Y para que no olvidemos nuestra historia, las personas, las mujeres, las lesbianas.
Para que recordemos que hasta hace bien poco tiempo, se perseguía a lesbianas, transexuales y homosexuales. En Fuerteventura estuvo funcionando un campo de concentración para homosexuales hasta 1966, bajo el nombre de Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía, esta abominable realidad, la cuenta el historiador canario Miguel Ángel Sosa Machín en su novela Viaje al centro de la infamia.
La ley de vagos y maleantes incluyó en 1954 las conductas homosexuales y no fue hasta 1970 cuando fue sustituida por la ley de Rehabilitación Social, aunque sus secuelas se arrastraron hasta 1995.
Jóvenes LGTBIQ que no conocen nuestra historia, ni la historia de todas las personas que trabajaron, lucharon, pelearon y se dejaron la vida, para que hoy podamos casarnos, para que se nos reconozcan los mismos derechos que a las personas que no pertenecen a ninguna de esas siglas.
Y ahora que ya estamos en junio, el mes del orgullo, del pride y el proud. Ahora que comienzan a alzarse voces y plumas en contra de una conmemoración que en algunos lugares también es celebración, nos toca decir que si, que tenemos y debemos seguir saliendo a la calle, porque a pesar de lo avanzada que es nuestra legislación en derechos para el colectivo de lesbianas y gais, no se ha educado a la sociedad para que interiorice y comprenda que la orientación sexual de la vecina, del profesor de sus hijos e hijas, del primo que siempre viene solo a la cena de Nochebuena y de la hermana de mi madre, no es relevante, que no pasa nada.
Y seguiremos saliendo a conmemorar, a celebrar y a reivindicar, porque aún hay países donde te ejecutan por ser homosexual, donde te encarcelan. Aquí aún se agrede física y verbalmente, las niñas y los niños que no son heterosexuales, son objeto de burlas y ataques y las personas homosexuales ancianas se ven en muchos casos solas y en situación de desamparo.
Seguimos siendo un colectivo vulnerable, en cualquier parte, en unas más que en otras.
Y me dirán algunos/as que porqué no hay también un orgullo heterosexual. Pues mentes débiles, porque no se os mata, pega, ni discrimina por ello.
Gracias Isabel Coixet, por recordarnos la historia, por contribuir a que no olvidemos quiénes somos y de dónde venimos. Y por qué tenemos que continuar en el camino.
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