El papa Francisco decía hace unos días, refiriéndose al atentado en París, que "si insulta a mi madre puede esperar un puñetazo".
Cualquiera podría estar de acuerdo con esta afirmación,y así, sobre la marcha considerar que si alguien se atreve a difamar, insultar o dañar de alguna forma a quien amamos, estaríamos legitimados para defender a esa persona e incluso vengar el daño causado.
Está claro que una declaración aparentemente improvisada y comprendida y compartida por muchas, no tiene la misma repercusión mediática e ideológica si la realiza el jefe de una organización poderosa como es la iglesia católica que si la realizo yo o mi vecina del quinto.
La santa madre iglesia es intocable y si te metes con ella tendrás un castigo, esa es la lectura interlineada de la declaración populista de este papa prefabricado, jefe de una de las sectas más poderosas de la tierra, para dotarlo de valores que los infravalorados acólitos aprecian, tales como la bonhomía, la cercanía, el campechanismo y la simpatía.
Transversalmente nos encontramos con una cita atribuida a Albert Camus "entre la justicia y mi madre, yo elijo a mi madre".
Ante todo aclarar el contexto en el que fue dicha y que además no fueron esas palabras las pronunciadas. Posiblemente se extrajo una idea mucho más sencilla de plasmar en camisetas.
En 1957 Albert Camus recibió el premio Nobel de literatura, pocos días después impartió una conferencia en Upsala, en el transcurso de la misma un estudiante le preguntó sobre la guerra de liberación de Argelia, es entonces cuando Camus respondió: "en este momento se arrojan bombas contra los tranvías de Argel. Mi madre puede hallarse en uno de esos tranvías. Si eso es la justicia, prefiero a mi madre".
En este caso se dota a la patria de un papel materno y se legitima la colonización francesa de un territorio claramente independiente, sojuzgado por la "mére" Francia desde 1830.
No es legítimo dotar de cualidades maternas (amor, protección, cuidado, dedicación) a instituciones que tradicional y sistemáticamente han abusado de su poder ocupando, colonizando, expoliando e invisibilizando mentes, cuerpos y territorios.
El pretendido derecho al respeto de cualquiera de las sectas religiosas existentes en el mundo choca violentamente con el derecho de quienes consideramos que en todos los casos se trata de organizaciones que se lucran con el dinero y las mentes de las personas captadas.
Bajo el elaborado disfraz de buenas intenciones se esconde la injusticia y el ansia recaudatoria de riquezas y de ideas, estas últimas aprovechadas si suponen beneficios materiales o enterradas si ponen el peligro la supervivencia de la organización.
Peligroso es permitir que bajo el supuesto derecho al respeto se invisibilice la injusticia y el abuso.
La palabra debe ser nuestra pistola y nuestra espada.
3 comentarios:
Amen!!!
Nada que añadir. Yo no habría podido expresarlo mejor.
muy buen artículo. completamente de acuerdo
Publicar un comentario