Sé que muchas pensaréis que llego tarde, muy tarde con este post sobre el conocidísimo Harry Potter, libros y películas.
Pero es que yo soy una rezagada en muchos aspectos, llámese lecturas y cine. Y no hablo de otras cosas más personales, porque os reiríais de mi no me apetece.
El caso es que cuando hace pocos meses, Netflix ofreció la posibilidad de ver la saga completa, me convencí de que había llegado el momento, porque llevaba mucho tiempo auto excluida de conversaciones sobre el tema, bromas, disfraces, personajes, parecidos razonables, exposiciones, merchandising y demás cosas interesantísimas.
Me lié la manta a la cabeza y me puse a ello. Ocho películas en tres días. He de decir, que ya había visto la primera cuando se estrenó y que me había gustado. Porque yo soy mucho de este tipo de películas de grupos de niños/as y/o adolescentes que corren todo tipo de aventuras inverosímiles, tipo Los Goonies, Strangers Things, Dark, etc. Al igual que me gustan las películas de Navidad, los telefilmes de sábados por la tarde y productos similares que entretienen y distraen, sin aportar mucho intelectualmente hablando, pero que te sacan de la vida rutinaria y preocupante, y te trasladan a un limbo de desconocimiento, de relax neuronal y descanso emocional.
Es un poco lo que me ocurre con Sálvame y Gran Hermano. Que muchas personas parecen escandalizarse cuando cuentas que los ves, siendo yo consciente de que la evasión mental que provocan es inversamente proporcional a los conocimientos valiosos que aportan.
Es igual a lo que me decía mi profesor de Sociología, "pasaron por la Universidad, pero la Universidad no pasó por ellos". Pero cambiando la Universidad por la trivialidad.
Pero es que yo soy una firme defensora de la trivialidad, porque una no puede estar toda la vida perdida y nadando en la profundidad. Y con esto no reniego de la importancia de esas otras cosas.
Me pierdo, y vuelvo a Harry Potter. Si os encontráis, como yo, en un periodo gestacional, es un buen método de hacer que el tiempo pase ligero, sin tener que mirar al horizonte con los ojos entornados, pensando soluciones, que sólo el paso del tiempo resolverá.
Vamos, que las películas son buenas, divertidas, promueven valores como la amistad, el compañerismo, el trabajo en equipo, la disciplina y el respeto. Que me parecen ideales para que niños y adolescentes las vean. Tienen dosis equilibradas de aventura, drama, humor y amor. Atrae la variedad y diversidad de personajes, la mezcla humana, sobrenatural y mitológica.
Y acabo, que las veáis, solas o con vuestras hijas e hijos.
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