lunes, 24 de junio de 2019

518.- VERANO.


Ya está aquí otra vez, y cada año pasa más tiempo con nosotras, es como esa invitada pesada que llega la primera y se va la última, y además se bebe hasta el agua de los floreros.

Si, es el verano.

Y como ya es costumbre en este blog, vuelvo a escribir sobre él, como aquí y  aquí

Y este tema siempre me trae a la cabeza a Ana Crónica, que tiene la misma aversión que yo por el verano.

Cada vez llega antes y con más ganas y sin intención de irse hasta octubre, aunque como la amiga de los floreros, cada año parece quedarse más tiempo.

Eso es para que algunos imbéciles que nunca estudiaron digan que lo del cambio climático es un cuento de las izquierdas reaccionarias. 


Ya no tendremos, ni siquiera, la posibilidad de escapar a tierras del norte del planeta, porque se derriten los polos, sube el nivel del mar, los osos polares mueren de inanición y los iglúes se deshacen como un corneto al sol. 


Y con el afán de refrescarse en el agua cada vez más contaminada de mares, océanos, ríos, estanques, riachuelos y tóxicas piscinas públicas, pues a cargar el coche de hamacas, pesadas neveras de playa, tuppers de ensaladilla rusa, flotadores con forma de unicornio y litros de pegajoso protector solar.

Y a sufrir el verano.


Lo de la moda de gigantes flotadores plásticos con extrañas formas, debe ser para que la contaminación por plástico tenga una visión simpática y divertida en forma de donut o helado desinflados.

Como otros años me he quejado, pero no he dado alternativas, este año creo que el plan B es quedarse en casa, invertir en aire acondicionado para el salón, un frigorífico con la mínima temperatura posible, congelador repleto de cubitos de hielo, sofás, sillones y sillas cubiertos por toallas blancas y no salir a la calle a no ser que la cosa sea imprescindible.

Es una alternativa limpia, fresca, sana y protectora. Olvida la arena contaminada por pises de niños/as, las orillas de las playas con sospechosas espumas, los chiringuitos de fritangas y vasos plásticos, los gritos de padres y madres a sus hijos e hijas sobre los cortes de digestión.

Entre más escribo, tratando de convenceros de la toxicidad de las costumbres estivales, más enferma me pongo. 


Ya sé que para muchas de vosotras el verano tiene el aliciente de coincidir con las vacaciones. Y eso es lo peor, que os obliga el sistema vacacional/canicular, a echaros a las playas, a los mares y piscinas como si no hubiera un mañana. 

                                       

Ya veréis como esto cambiará, porque si seguimos así, en unos años prohibirán el acceso a esos reductos de contaminación, como si de Chernóbyl se tratara, y las costumbres vacacionales se modificarán y se nos invitará a pasar los días de asueto, en frescas naves que orbiten alrededor del planeta calentorro, con spas de aguas puras y frescas.
Bueno queridas mías. Cuidaros mucho del verano, que cada año va a peor.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay Conchi, es que yo no puedo evitar ir a la playa.
Tienes razón en que da mucho asco, cada vez más.
Pero aún quedan algunas a las que no ha llegado toda esa mierda.
Besos amor.
Rosa

Anónimo dijo...

Tan de acuerdo contigo en lo asqueroso que es el verano.
Y cada año dura más.
Vámonos a Islandia.
Petonets maca.
Laia Tramunt