La película Zona de Interés, coproducida por Reino Unido, Estados Unidos y Polonia, y dirigida por Jonathan Glazer, se desarrolla extramuros de Auschwitz, en una idílica urbanización en la que vive el personal militar nazi que allí cometía los horrores del holocausto.
El comandante del campo de concentración, Rudolf Höss, su esposa Hedwig y sus hijos pequeños viven en una bonita casa rodeados de jardines, y muy próxima a la hermosa campiña polaca, bosque y verdes prados, ríos en los que nadar, pescar y pasear.
La familia Höss es respetada por el vecindario que tiene las mismas ocupaciones que el comandante y que parecen vivir ajenas a la barbarie que se produce en el cercano campo de concentración.
Ninguna imagen de la película nos muestra la muerte, el miedo, la crueldad. Pero el silencio y el humo que sale desde las chimeneas de los hornos crematorios, en medio de un escenario aparentemente bello y pacífico, es sobrecogedor.
El joyero de Hedwig lleno de joyas que no hace falta que nos expliquen de donde han salido, el miedo de esta mujer a tener que dejar su bonita y cómoda casa y volver a la vida en donde era una granjera desconocida sin ningún reconocimiento. El orgullo de todos ellos al pertenecer a esa especie de guardianes y verdugos.
La indiferencia ante la muerte de miles de personas, hombres, mujeres, niños y niñas, el olor constante a carne quemada. El exterminio.
Y los Hóss, orgullosos de haber conseguido subir trepando a una escala social mucho más respetada que aquella de la que procedían. Se les ve torpes, ignorantes, cobardes, egoístas, groseros y burdos.
Rudolf Höss es un personaje real, fue el comandante del Campo de Concentración y exterminio de Auschwitz desde mayo de 1940 hasta diciembre de 1943, volvió a ocupar ese cargo entre mayo y septiembre de 1944
Fue juzgado y condenado por el Tribunal Nacional Supremo de Polonia y ejecutado en marzo de 1946
Todo lo que cuento podría ahora extrapolarse a lo que los colonos israelíes están haciendo en Palestina.
No han aprendido nada.
Marco es otra película, española y basada en la vida de Enric Marco Batlle, dirigida por Aitor Arregui y Jon Garaño, protagonizada por Eduard Fernández.
La película está basada en hechos reales, una parte de la vida de Enric Marco que fue secretario general de la CNT y presidente de la Amical de Mauthausen de España y supervivientes de otros campos de concentración nazi.
Marco estuvo durante muchos años dando conferencias, charlas y entrevistas en centros educativos en los que narraba su experiencia como prisionero en el campo de concentración Flossenburg, en Alemania.
Desde 1976 ya intercalaba en sus apariciones públicas su experiencia como prisionero del campo de concentración nazi Flossenburg, pero fue en la década de los 90 cuando fue nombrado presidente de la Amical tras presentar documentación falsa que le acreditaba como prisionero del campo de concentración, usurpando la identidad de Enric Moner Castell, que sí fue un prisionero de ese campo de exterminio.
Comienza a destacar por su personalidad narcisista, no buscaba ningún beneficio económico, pero su afán de ser reconocido socialmente por las más altas instituciones era notorio y crecía con el paso del tiempo. En 2001 recibió la Creu de Sant Jordi, máximo galardón que concede la Generalitat de Catalunya.
En 2005, el historiador Benito Bermejo demuestra que Marco nunca fue exiliado republicano y que nunca estuvo en el campo de concentración de Flossenburg. La realidad es que formó parte de una expedición de trabajadores españoles organizada por el franquismo debido a un convenio firmado por Hitler y Franco para colaborar en el esfuerzo bélico alemán.
En mayo de 2005 Marco iba a participar como ponente en un acto organizado en el campo de concentración de Mathausen en recuerdo de las víctimas. Marco era el representante de los supervivientes españoles, pero finalmente se prohibió su intervención en el acto que presidió José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español.
Marco regresó a España poniendo como excusa que estaba enfermo y convocó una rueda de prensa en la que reafirmó su condición de superviviente del campo de concentración de Flossenburg. En 2007 devolvió la Creu de Sant Jordi al gobierno catalán.
Con el tiempo reconoció que había mentido, pero su excusa fue que era una forma de que se le escuchara y poder dar voz a las verdaderas víctimas. No hubo perdón por su parte hacia las personas que realmente fueron víctimas y supervivientes ni hacia sus familias.
Continuó dando entrevistas en distintos medios de comunicación, contando mentiras sobre su vida y queriendo ser un personaje con notoriedad. Murió a los 101 años.
La realidad de este personaje es que quiso ocupar un lugar que nunca le perteneció para satisfacer su afán de protagonismo, su necesidad de destacar en el panorama social y político.
No tuvo ningún respeto hacia las verdaderas víctimas del horror nazi.
Zona de interés y Marco tiene como nexo común el nazismo alemán, la primera desde dentro, desde la crueldad más extrema y la segunda desde la falta absoluta de empatía y respeto hacia las víctimas, los/as supervivientes y sus familias.
Y siguen sin aprender nada.
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