jueves, 10 de abril de 2025

596.- LA PATRIA DE NICOLÁS ESTÉVANEZ



Antes de comenzar, debo dar las gracias a @ranchorocket  a la persona que está detrás de esta cuenta de Instagram y que día a día demuestra el compromiso que tiene con nuestra tierra, nuestra patria canaria.

Hace unos días esta persona ha conseguido que yo conociera parte de la obra literaria de Nicolás Estévanez, de quien sólo sabía por la calle que lleva su nombre en la zona del puerto de Las Palmas de Gran Canaria.

Nicolás Estévanez tuvo una vida interesante, múltiples ocupaciones y diferentes lugares de residencia. Todo ello, sin duda, enriqueció su visión de la vida, la política y la literatura.

Nació en 1838 en Las Palmas de Gran Canaria y vivió su infancia y adolescencia en La Laguna de Tenerife, en la casa del almendro, ese almendro de la primera estrofa del Himno de Canarias.

Soy la sombra de un almendro,
soy volcán, salitre y lava.

Estévanez fue militar, político y escritor.

Cómo militar participó en la guerra de África, en Puerto Rico, Santo Domingo y finalmente en Cuba. Abandonó el ejército cuando se mostró crítico y en contra de los fusilamientos de ocho jóvenes estudiantes cubanos.

Su etapa política comienza en 1872, cuando fue elegido diputado por el distrito de Madrid militando en el partido de la República Federal.

Tras la proclamación de la 1ª República Española en 1873 fue nombrado gobernador civil de Madrid y tras las elecciones de mayo de ese mismo año fue diputado por Canarias en el distrito de Santa Cruz de Tenerife. En junio fue elegido ministro de la guerra, ese cargo sólo le duró 18 días.

Con una ideología política profundamente federalista y de rechazo al centralismo, puede decirse que Nicolás Estévanez es uno de los padres del nacionalismo canario.

En sus obras dejó claro su amor a Canarias, sin insularismos que apoyaran el pretendido pleito insular que es más leyenda que realidad. Su idea vanguardista, en aquel momento, era la de una Canarias autónoma dentro de una república federal.

Murió en París en 1914.


El poema, quizás, más conocido de Nicolás Estévanez habla de la patria, pero una patria que nada tiene que ver con ese concepto trasnochado, vendido y asociado al fascismo. Nada que ver con aquella patria de los 40 oscuros años de la dictadura franquista, ni tampoco con la idea actual de una patria que sólo pertenece a unos pocos, fascistas todos ellos.

Este poema es el capítulo VII del poema Canarias, publicado en 1878 en la Revista de Canarias.


La patria es una peña,

la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras.

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas.

A mí no me entusiasman
ridículas utopías,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia.

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras.

A mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas.

La sangre de mis venas,
a mí no se me importa
que venga del Egipto
o de la razas célticas y godas.

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde aquellas costas.

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza.

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.

Nicolás Estévanez Murphy


Cómo decía al principio, este poema y su autor han sido un enorme y bello descubrimiento.

Entender la patria como el lugar en el que nacemos y vivimos una parte de nuestra vida, mostrar el orgullo de nuestra cultura, cuidar nuestras tradiciones, no permitir que lleguen colonos y colonas a darnos lecciones sobre cómo vivir y enriquecer a esos/as aprovechados/as que sólo les interesa el dinero que ganan a través de un modelo turístico que empobrece a las personas que aquí en Canarias vivimos, que destruye nuestro patrimonio natural, nuestras costas, nuestras cumbres. Que nos deja sin el poco agua que tenemos, que contamina nuestras galerías subterráneas de agua y nuestras tierras de cultivo.

Que provoca el abandono de actividades como la agricultura y la ganadería. Que obliga a nuestros/as jóvenes a tener que salir de Canarias y llevar su talento a otros lugares donde poder vivir adecuadamente. Que nos deja sin la posibilidad de tener una vivienda en nuestro pueblo o barrio de siempre porque ahora todo son viviendas para turistas.

Así que ahora toca sentir el orgullo de ser canaria, el amor por mi patria y tener el valor para protegerla.



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