domingo, 3 de febrero de 2013

107 - ¿PODEMOS?


No se habla de otra cosa, y es que no se puede hablar de otra cosa.

Vivo en un país lleno de políticos, banqueros y miembros de la monarquía corruptos.

Gente que se ha enriquecido gracias a quienes cumplimos con nuestras obligaciones como ciudadanos y ciudadanas de bien, que pagamos impuestos, que trabajamos, que cobramos pensiones porque ya hemos trabajado, que pagamos lo que consumimos, que ni nos planteamos llevarnos una lata de atún de un supermercado.

Vivo en un país que tiene un gobierno formado por personas que están destruyendo ese bienestar social, fruto de los acuerdos celebrados después de la IIª Guerra Mundial y que convinieron hacer del occidente europeo unas naciones justas, libres y solidarias entre ellas y entre los ciudadanos y ciudadanas de cada uno de los países que lo conformaban.

Un gobierno, el español, al que no le preocupa preservar los derechos de los ciudadanos y ciudadanas de este país, pero que hace cumplir incluso violentamente los deberes de la mayoría. 

Porque existe en este país un grupo amplio, descarado, prepotente, falso, tramposo, fraudulento, ignorante, insolidario, antidemocrático y dictatorial que no parece tener deberes y que sus derechos pasan siempre por la sistemática vulneración de los derechos de las personas honradas.

Un grupo de personas fácilmente comparables a los señores mediavales y que ejercen su particular visión del derecho de pernada.

Esta minoría (amplia minoría), que ocupa posiciones privilegiadas, es inmune a la justicia, a la equidad, a las críticas, a la simple compasión. Pisa cabezas con forma de hospitales, leyes de promoción de la autonomía personal para personas en situación de dependencia, estudiantes sin becas, niños y niñas sin comedor escolar, jubilados y jubiladas con pensiones tan bajas que deben elegir entre comer o pagar la luz y el gas, personas que para dar de comer a sus hijos e hijas y proporcionarles una casa en condiciones deben revolver en las basuras de comercios insolidarios y ocupar viviendas vacías.

Toda la incomprensible locura que nos rodea no acabará hasta que la gente buena, honrada e indignada por toda esta injusticia, nos plantemos. No se trata de decir ¡basta ya!, ni de escribir artículos sobre la indignación que nos invade, tampoco de compartir esos artículos en las redes sociales, ni de colgar carteles en nuestros balcones, ni de hablar sin parar sobre lo que está pasando y sobre como lo solucionaríamos. ¡NO!

Se trata de hacer la revolución, de que todas nuestras quejas sean escuchadas incluso a gritos en los lugares correspondientes, ministerios, ayuntamientos, cabildos, diputaciones, juzgados, parlamentos, senado, hospitales, escuelas, universidades, sedes de partidos políticos.

Ser constantes en nuestras quejas, asistir a los actos convocados (o realizar convocaciones) para mostrar como nos sentimos ante la vulneración de nuestros derechos, ejercer sin miedo nuestro derecho a expresarnos libremente, no justificar ninguno de los actos cometidos por ese grupo de corruptos.

Condenar la actuación del actual gobierno que nos miente con su cabeza más visible, con una total desfachatez, tomándonos a la gente de bien por imbéciles.

El rechazo de la violencia es un valor inherente a todas las personas que yo llamo "de bien", pero ¿hasta cuando vamos a dejar que nos apaleen?

La desobediencia civil como recurso, dejar de cumplir con nuestros deberes de ciudadanos, porque no se están cumpliendo tampoco nuestros derechos. "No puedo darte si tú no me das".

Exigir la dimisión del gobierno en pleno.

Creemos plataformas de personas que apoyen el cambio del sistema y aboguen por un nuevo paradigma social en el que prevalezca el bienestar de las personas, donde el cumplimiento de los derechos fundamentales a la salud, la educación, la vivienda y el trabajo sea el pilar fundamental de una sociedad nueva, limpia, justa, solidaria, igualitaria, libre e ilusionada.

Exijamos el fin de la monarquía, institución obsoleta y ahora más que sobradamente demostrado, corrupta y soberbia.

Empecemos la revolución,  porque si no, no hay futuro.


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