martes, 6 de marzo de 2018

410.- SERIE. MERLÍ.


Mi legión de seguidoras ya saben de mi adicción a ver series en Netflix, y la siguiente consecuencia es recomendároslas por aquí.

Y lo último que he visto, me ha dejado impactada, contenta, ilusionada y triste. Muchos sentimientos a la vez, después de tres temporadas de 13, 13 y 14 capítulos cada una.

Esta serie catalana y emitida en TV3 desde 2015 hasta enero de 2018, habría pasado desapercibida para mí, si no llego a ver su carátula en Netflix. Veo poco la televisión y las series españolas no han estado nunca entre mis preferidas, sino todo lo contrario.

Sin embargo esta serie catalana que comencé a ver con cierto recelo, logró captar mi atención desde el primer capítulo. Lo que se presenta como una serie para adolescentes, desarrollada en un instituto, con sus experiencias, sus edades del pavo y sus tonterías varias, va evolucionando y se convierte en una serie de aprendizaje de filosofía para profanos/as en la materia y nos va llenando la cabeza de ideas sobre nuestro paso por la vida.

Desde Aristóteles, pasando  por Hipatia, Marx, Freud, Judith Butler, Schopenhauer y muchos más, se convierte cada uno de ellos en el motivo central de cada capítulo y a partir de ahí se desarrolla el guión.

El amor, el sexo, la amistad, la familia, la enfermedad, la vida, la muerte, el miedo, el valor, el abuso, la sumisión, la política y tantos temas como conforman  nuestra vida.

Lo naif de un grupo de adolescentes, lo trivial que pueden ocurrírsenos sus livianas vidas, choca violentamente con la profunda idea de porqué vivimos, de lo que hacemos aquí y para qué.

A mi enamoramiento pasajero de Merlí contribuye mi propensión en gustos masculinos, bastante singulares. No obstante, creo que el atractivo de este profesor de Filosofía, radica en su cinismo antisteniano, es decir, el rechazo a los convencionalismos sociales y de la moral comúnmente admitida.

El rebelde y antisistema, es aquí el profesor, un señor de casi sesenta años, que arrasa con todo lo que se le pone por delante, y lo hace bien, muy bien.

Por una parte, creo que esta serie la deberían de ver muchas/os profesores/as, que llegan a las aulas, con ese rollito de superioridad, siempre alerta, descontentos con su trabajo y sin ningún tipo de ilusión. No me detengo en esta profesión, porque me aburre mucho el transcurrir de la enseñanza en ese país que parece tener cierta connivencia con el fracaso escolar. 

Yo, la educación en España, la veo como una barca en un estanque de aguas tranquilas, pantanosas incluso. Algunos/as docentes y alumnos/as, saltan y consiguen llegar a cascadas y mares revueltos en los que nadar y bucear libres. 



Por otra parte, me llama mucho la atención que una serie de tanta calidad no haya sido reconocida por los medios de comunicación españoles, en comentarios, premios e incluso su emisión en televisiones españolas.

La serie no trata temas relacionados con la independencia, excepto de una forma casi anecdótica, el papel de una profesora que la apoya claramente.

Está rodada en catalán y doblada al castellano.

Es muy extraño, que no se conozca fuera de nuestras fronteras, (me refiero a las catalanas). Aunque espero que ahora que está en Netflix, se democratice su visionado, y de esa forma se conozca un poco esta cultura catalana del fuet, la longaniza, la butifarra, los calçots, los castellers y los correfocs. Que es más exótica para algunos y algunas, que las islas Fidji y Madagascar juntas o por separado.

La animadversión que se aprecia cada vez más, de muchos/as españoles hacia catalanes y catalanas, se hace visible y palpable en cosas como esta. Producto audiovisual de calidad, que no se importa, porque no se quiere dar a conocer la normalidad, la buena convivencia, la cultura y la tranquilidad que se vive en Cataluña. 

Y a propósito de todo esto, la vida del instituto público en el que se desarrolla la serie, es de lo más normal, sin adoctrinamientos catalanistas, ni nada de todo aquello que fascistas de pro televisivos y comentaristas del tres al cuarto quieren propagar como, creen ellos, denostación de lo catalán.

Por supuesto, y dejando ya de lado la política, es una serie totalmente recomendable para ver en familia, familias vascas, canarias, chinas, peruanas y portuguesas entre otras, porque la adolescencia, la filosofía, la vida, son cosas del patrimonio universal intangible.

Y acabo con un par de recomendaciones a los y las atrevidas que ya hayáis decidido verla.

1.- Cuchillos afilados para que al cortar el fuet quede muy muy finito.

2.- Cuidado siempre, mucho cuidado con las cisternas antiguas colgadas de la pared que tienen una cadena para descargar el agua en los inodoros.

3.- Sólo hay una Rosa Mª Sardá.

4.- Los hombres calvos, con un poco de barriguita y con sesenta años, pueden resultar muy atractivos, sobretodo, cuando son inteligentes.


5.- La vida sigue después de todo.

Ninguna de estas recomendaciones puede ni debe ser tomada como spoiler.

Ya me diréis, legión peripatética, si os ha gustado,  si la habéis visto, o si la pensáis ver.

3 comentarios:

Esther dijo...

Yo le daré una oportunidad, aunque las series españolas nunca son mis favoritas. El tema me llama, y trabajo en un instituto, a ver si realmente refleja, o no, la realidad de la educación en nuestro país, o por lo menos las situaciones que se suelen dar en un IES público.

Anónimo dijo...

No pienso ver ni consumir nada catalán. No puedo con la mierda de los indepes.
Rosemari.

Conchy P.Vázquez blogpasionporlavida@gmail.com dijo...

Pues tú te lo pierdes.