martes, 13 de noviembre de 2018

475.- HORNEANDO.

Llevo sin publicar desde el sábado tres de noviembre, y tengo una razón, no de peso sino de calor.

Mi hija me ha regalado un horno, ese utensilio imprescindible, que en esta estancia provisional no tenía.

Así que he estado ocupadísima sacándole mucho partido, y haciendo aquello que sé que ha sido el principal motivo de este regalo, y es animarme y propiciar momentos de inspiración culinaria y así estar ocupada en cosas prosaicas, pero mucho más interesantes que recrearme en la tristeza.

El horno y este post me recuerdan mucho a Aroa, de Instagram, ya sabe ella porqué.

Y como llevo todos estos días experimentando con nuevas recetas, sobre todo de pan y elaborando otras que ya eran un clásico en mi recetario personal, quiero mostraros todo lo que he hecho.

Si alguien está interesada en conocer la receta de alguna de estas cosas ricas, no tiene más que preguntar.

Para preparar prácticamente todo lo que os enseño, he utilizado como pinche de cocina, la nueva Thermomix, que es la octava maravilla del mundo culinario. Ya solo me falta la CrockPot. Que llegará para completar el tándem.

Aquí tenéis una quiche de espinacas con queso y jamón.


Esta es otra quiche, en proceso, de puerros y langostinos. Las quiches son fáciles de hacer, y de la masa brisa o quebrada se ocupa la Thermomix, que amasando es un portento.



A continuación os enseño los panes, este primero y los pequeños, son con un 70% de harina de trigo y un 30% de harina de centeno. La harina es una que ya viene así mezclada y venden en Mercadona como Pan Rústico. Estaba bueno, pero es un pan denso, creo que necesitaba más aire, que hubiera conseguido con un mayor tiempo de levado.

Y el último pan es una maravilla preparado con masa madre, harina de fuerza, de trigo y olivas negras. Es una receta de Thermomix y queda espectacular en cuanto a sabor y aroma.

Si no tenéis la Thermomix, seguro que puede adaptarse la receta, para amasar a mano.




Las galletas de mantequilla son un clásico del mundo horno, así que me vine arriba y preparé un montón, bañando algunas de ellas en chocolate negro.


Estos panecillos se llaman scones, y son un clásico a la hora del té, en Gran Bretaña. Son blanditos y admiten rellenos dulces o salados.


Y para acabar, la joya de la corona, unos rollitos de canela, o Cinnamon Rolls que he preparado por primera vez y han quedado perfectos, deliciosos, de vicio, de repostería de las buenas. 

Y que os recomiendo que hagáis para dejar flipando a quien los pruebe.


Y de momento esta es toda la crónica horneadora, y es que sin horno no se puede vivir.









2 comentarios:

Aroa dijo...

Mi niña linda y yo sin leerte hasta ahora. Las otitis de mi heredeo me ha tenido desconectada de blogger. Es que sin horno se puede vivir, pero eso no es vida. Para mí la cocina es terapia,incluso para la tristeza más desoladora. Mantener la cabeza ocupada en vez de preocupada siempre ayuda y más con las manos que tú tienes. Te mando un beso enorme de esos que hacen ruido.

Conchy P.Vázquez blogpasionporlavida@gmail.com dijo...

Gracias guapa. Totalmente de acuerdo contigo, cocinar es terapia.