Este es un post raro. Es lunes, primer día laboral de septiembre y para muchas el primer día de trabajo después de unas vacaciones expuestas al sol, al calor y en el peor de los casos al sudor ajeno.
Así que no os lo toméis tan mal que podría ser peor.
Cómo no es mi caso, ni el primero ni el segundo. Yo sigo por aquí dando ánimos y escribiendo mucho, que en estos momentos de cambios, es lo que mejor me viene.
Y hace unos días que quería contaros una cosa.
A las que sois canarias, no os sorprenderá, pero a las que vivís en territorio peninsular, probablemente si. No estoy segura.
Las chumberas, aquí se llaman tuneras, es por esto, que aquí llamamos tunos, a lo que en otros lugares llaman higos chumbos.
Y los tunos se comen. Que quede claro, me refiero a la fruta, no a los tunos de las tunas. Qué igual también.
Pues los higos chumbos/tunos, son una fruta o un fruto muy peculiar. Su corteza está cubierta de púas, y es complicado pelarlos. La pulpa está llena de minúsculas pepitas que se comen también.
Para llegar a esa pulpa carnosa hay que hacer un minicursillo, si no queremos acabar con las manos ardiendo por los pinchazos de cientos de microscópicas estacas.
Otra idea es pelarlos con guantes de trabajo o de motorista.
Cogéis el tuno pinchándolo por el centro, cortáis los extremos y hacéis otro corte a lo largo de la fruta, bajáis la piel de un lado e intentáis desprenderla de lo comestible.
Os dejo unas fotos, a ver si os aclaran más que yo la técnica.
Normalmente esta fruta te la regalan, no es muy habitual verla en supermercados y fruterías. Y no sé si quien te regala estos higos chumbos, te quiere bien, o te desea horribles pinchazos.
Yo conozco tres variedades, los verdes que por dentro tienen una pulpa blanquecina, los amarillos/naranjas, con la pulpa también de esos dos colores y los tunos indios, más pequeños que los anteriores y con la pulpa de un rojo burdeos que mancha todo lo que roza, incluida la lengua de quien se los come.
Mis preferidos son los blancos y son los menos dulces. Pero también me parecen más refrescantes.
Una vez que consigáis pelarlos, los ponéis en una fuente y los dejáis en la nevera un par de horas. Los podéis comer solos, y en un arranque de creatividad se me ocurre que podría hacer una mousse, una mermelada o un pastel.
Otra cosa importante. Debido a la ingente cantidad de pepitas que tienen, son bastante astringentes, así que comedlos con moderación.
Aquí os dejo las fotos del proceso, de diez solo tres me quedaron bien, el resto no se quedaron enteros, pero se pueden comer partidos. Ha sido mi primera vez, de pequeña los pelaba mi abuelo materno y de mayor, el padre de mis hijos.
3 comentarios:
Bueno, para esto si soy una entendida en comerlos y las historias que me cuenta mi madre y los mayores del pueblo.
Para "barrelos" para quitarles los pichos, se tirán en el suelo donde los cogistes, o en la bañera y con una rama de palmera o una escoba los barres, se la pasas por encima varias veces hasta quitar los pichos. Si los comprar en mercadillos ya te lo dan barridos.
Mi madre es experta en higos picos, desde pequeña, desayunaban higos picos o tunos, porque no había otra cosa, almorzaban y cenaban tunos. Ahora a ella le duele ver como nadien coge los higos.
En mexico se vende la penca carnosa y se prepara para comer, creo que empanada, un día lo voy a hacer a ver que tal. Uun año tenía tantos higos picos que me puse y hice mermelada y hasta helado de tunos y estaba buenísimo.
No te imagino con el palo cogiendo tunos y pelartos.
En el cortijo de mi abuelo materno había muchas palas y los chumbos los cogía y los barría él. Luego nos los zampábamos mi madre y yo. No parábamos hasta que no nos dolía la tripa.
No los he vuelto a comer desde que él murió, hace ya más de 12 años.
Antes de ayer encontré una bandeja de chumbos en una frutería de Oslo, así es que, a pesar de los altísimos precios de esta ciudad infernal (a 10 euros la cerveza en un bar; no te digo más...) me llevé una y me la zampé del tirón, como antaño, hasta que mi barriga dijo basta ��
Este verano no los he probado, por aquí cada vez hay menos. Mi padre antes los cogía y también los vendían en mi pueblo, ya peladitos, que eso de pelarlos a mí no me inspira confianza, que soy muy Pepe Viyuela y seguro que me pincharía.
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