lunes, 8 de octubre de 2018

462.-EL EGOÍSMO DEL DOLOR.




Hay quien percibe su dolor como único, quien piensa y cree que los acontecimientos dramáticos y tristes vividos a lo largo de su vida, le hacen excepcional. Y el sufrimiento que padece por ellos es mayor, infinitamente mayor, que aquel que padecen otras personas,  por sucesos similares.




Ese sentimiento se fragua en la infancia y tiene mucho que ver con la educación recibida, con las creencias y también con el exceso de mimo que puede convertir en personas egoístas, que se consideran merecedoras de toda la atención y de todo el amor.




Se olvidan así, las necesidades de otras personas, incluso de aquellas a las que se quiere, para satisfacer sólo las propias.




Una de las peores cosas que puede ocurrirnos, es el regodearnos en la pena y en el dolor personal, y sentirlo siempre como superior al ajeno.




Quien siente así su pena, también tiene un sentimiento parecido con el resto de sus cosas, de sus sentimientos, de su vida. Todo es más.




Más grande, más bonito, más feo, más caro, más grave, mejor o peor, pero siempre en grado superlativo al resto. Da igual que sea para bien o para mal.




Son personas pesimistas y tristes. Personas que tienen un autoconcepto de luchadoras, de enfrentadas siempre, con su realidad y con la de los demás.




Situaciones cotidianas y simples, son enfrentadas como odiseas, y si no hay ningún problema a la vista, lo inventan.




Vivir en el continuo disgusto, en el continuo enfado con la vida.




La ilusión no asoma nunca a sus cabecitas y la queja es continua.


Norma: -Mi tortuga se murió. La echo de menos.
Ofelia: -Mis caimanes se ahogaron en mi lago. No puedo afrontar mi vida sin ellos.



Yo, mío, mi, me y conmigo. Y después lo demás.













3 comentarios:

Laia Tramunt dijo...

Muy buen post Conchi.
Conozco gente así, y son un auténtico calvario.
¿Cuando vuelves a Barcelona?
En noviembre hay fiesta grande chez -nous.

Conchy P.Vázquez blogpasionporlavida@gmail.com dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ana dijo...

Es complicado gestionar el dolor propio sin que estemos mediatizadas por nuestra infancia y por nuestra experiencia vital.
No podemos permitir que el dolor se convierta en la mejor excusa para hacer lo que nos da la gana.